martes, 21 de diciembre de 2010

Análisis de la Ley de Educación boliviana por el Abogado Iver Von Borries




FOTO: Iver Von Borries, Abogado especialista en Derecho Societario y Derecho de Gas y Petróleo.
Es Master en Derecho Internacional Privado y cuenta con Post Grados en Derecho Corporativo y Arbitraje Comercial. Socio de WAYAR & VON BORRIES.


Países con escasos o inexistentes recursos naturales, como el caso de Japón, nos han demostrado con creces que una población no sólo bien educada sino además adecuadamente formada, es capaz de brillar y sobresalir en comparación con países que aún teniendo un vasto acervo natural, permanecen sumidos en medio del subdesarrollo (le suena familiar?).

Y es que la asiática no es el único ejemplo; una devastada Alemania, reducida a escombros al finalizar la Segunda Guerra Mundial, hoy no deja ver ni el más mínimo atisbo de la miseria en que quedó sumida hace escasos 65 años atrás. En el caso germano, nuevamente fue el elemento humano el que marcó la diferencia entre resignarse a un sombrío derrotero o lograr el reverdecimiento y ser considerado hoy en día como uno de los ocho países más poderosos del globo.

El común denominador de ambos ejemplos, es en definitiva la educación de su población. Es más que un secreto a voces que el anteproyecto de la Ley de Educación que viene circulando, será -sin cambio alguno de fondola nueva norma que regule la educación en nuestro país. Y como toda norma jurídica, al margen de ser perfectible, contiene defectos y virtudes. Entre éstos, resulta acertado -y además necesarioestablecer que la educación debe ser pública, universal, comunitaria, intracultural, intercultural y plurilingüe.

Sin embargo puntualizar que además es descolonizadora, liberadora, revolucionaria, anti-imperialista y despatriarcalizadora (artículo 3 del anteproyecto), nos aproxima más a un discurso marxista que a una norma jurídica.

Por otra parte llama la atención que se establezca que en poblaciones o comunidades monolingües y de predominio de la lengua originaria, sea ésta la primera lengua y el castellano quede relegado como segunda lengua. Lo anterior, porque si bien es importante preservar las lenguas originarias, no se puede desconocer la relevancia de la inclusión de los pueblos originarios alejados de la sociedad urbana. En contrapartida, parece atinado promover el aprendizaje de lenguas extranjeras (artículo 7) ante la incuestionable realidad globalizadora (ojalá se incluyera de una vez por todas al portugués dentro de los programas educativos, en el entendido de la excelente oportunidad comercial latente con nuestro exótico y gigantesco vecino país).

Resulta plausible por su parte, el reconocimiento expreso de la educación especial, destinada a promover y consolidar la educación inclusiva para personas con discapacidad. De igual manera, nos parece apropiada la creación de Universidades de Régimen Especial, para una adecuada formación profesional de policías y militares. Sin embargo, no deja de llamarnos la atención la creación de Universidades Indígenas, las cuales -si no son conducidas adecuadamentepodrían incurrir en segregacionismo y división. Asimismo, resulta certero incluir taxativamente principios morales en esta ley (que además de educar, forman) como el ama suwa, ama llulla y ama qhilla, sin embargo éstos deberían ir además acompañados del “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Quien aplica este último no discrimina, odia ni rechaza. De esta manera podríamos seguir escudriñando esta nueva cuasi-ley y encontrando elementos de análisis y discusión, la cual -como concluimos precedentementepor la importancia que conlleva trasciende a toda coyuntura social, política o económica y puede convertirse en un verdadero factor de cambio generacional. Estoy seguro que Avelino Siñani y Elizardo Pérez compartiría esta opinión. La pasión con la que lo arriesgaron todo por lograr que sus semejantes se eduquen y cultiven, es la prueba más clara de su convencimiento que la educación es el arma más poderosa para surgir de la pobreza y el atraso. Un arma que si es utilizada con fines altruistas (y no revanchistas) puede marcar “un antes y un después” en el desarrollo de Bolivia y sobre todo, mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

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