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Foto: Eran otros tiempos de risas y alegrías entre el Presidente boliviano Evo Morales y su hoy disidente Ministro de Energía e Hidrocarburos Andrés Solíz Rada, ambos de ideología de extrema izquierda.
En un extenso artículo que circula en los principales rotativos bolivianos, el ex ministro indica que los cronogramas de exportación de gas tienen, casi siempre, cumplimiento estricto. El 1 de enero próximo, las ventas a la Argentina se incrementarán de 5,0 a 7,7 millones de metros cúbicos día (mmmcd). En 2012, a 11. En 2026, a 27,7. El presidente de YPFB, Carlos Villegas, se apresta a reanudar el envío de gas a la termoeléctrica de la Enron en Cuiabá (Brasil).
Cristian Inchausti, de YPFB Transporte, dijo que el gasoducto a São Paulo será ampliado de 30 a 40 mmmcd. Petrobras, Repsol (socia de YPF Argentina) y British Gas desarrollarán nuevos campos sólo para satisfacer requerimientos externos. Los anuncios se producen después de que Brasil descubriera grandes reservorios en su mar territorial y YPF argentino, en Neuquén. Este último fue calificado de fraudulento. Servirán, sin embargo, para rebajar el precio del gas boliviano.
El uso interno del gas es incierto. No existe proyecto para llevar gas al Salar de Uyuni a fin de industrializar el litio y el potasio.
No habrá gas para los centros mineros de Potosí, Oruro y La Paz. La siderurgia de El Mutún es inviable por falta de gas. Las cementeras no abastecen el mercado interno por carencia del energético. El uso intensivo del gas para modernizar nuestra agricultura es aún una utopía. Muchas de las redes de gas domiciliario podrían quedar sin uso. Bernardo Prado Liévano ha escrito con amargura que Petrobras invertirá 4.700 millones de dólares para industrializar el gas boliviano… en Brasil. Saúl Escalera lamentó que Villegas hubiera ignorado los proyectos de factibilidad que elaboró el año 2008 para producir urea y amoniaco en Chapare. En consecuencia, Brasil, que importa estos productos de Ucrania, será autosuficiente en fertilizantes gracias al gas boliviano.
Las aberraciones en política energética no tienen fin. Fue imperdonable suscribir el contrato de venta de gas a Brasil en 1997 sin instalar una planta separadora de líquidos, con lo que se repitió el error de la venta de gas a la Argentina, iniciada en 1972. Los nuevos contratos, firmados después de la nacionalización de Evo Morales, debieron haber obligado a las compañías a desembolsos en exploración. Ahora, otra vez, se considera impertinente condicionar nuevas exportaciones al funcionamiento de esas plantas. En 1999, Brasil se negó a comprar electricidad de Chapare para la termoeléctrica de Cuiabá. Ya entonces advirtió: “Brasil sólo compra de Bolivia gas sin valor agregado”. YPFB negocia nuevas exportaciones, esta vez a Chile.
Villegas, que no difunde las auditorías petroleras desde 2006, elaboró planes estratégicos con cálculos de reservas de DeGolyer and MacNaughton, que resultaron falsos, según la Ryder Scott. DeGolyer las sextuplicó para que se firmaran inviables contratos de venta a México y EEUU, los que debían servir a las compañías para anotar como propias todas nuestras reservas presentes y futuras en las bolsas de valores. Ryder Scott las redujo a un tercio para castigarnos por la nacionalización del 01/05/06. La información sobre las reservas tiene para Bolivia valor estratégico, pero no es un problema difícil de resolver. Para ello debe contar con su propia información, que será la única confiable.
Necesita, en consecuencia, partir –como indica el ingeniero Dante Gumiel– de las reservas calculadas electrónicamente en tiempo real de cada uno de los campos mediante un sistema informático basado en la ley de los gases ideales y reales. Requiere tener datos continuos de reservorios, presiones, temperaturas, volúmenes de producción y condensados, anexos al programa Scada (ordenador de control de producción) de cada empresa. Los datos sobre el volumen de nuestras reservas nos servirían, por lo menos, para conocer los ritmos del saqueo y lo lejano que se halla el uso industrial del energético.
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