lunes, 27 de junio de 2011

Bolivia: autos "chutos": la historia no contada




Por Gary Rodríguez A., es economista y gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior.











Una de las cosas buenas de internet es que lo que se dice o escribe, queda registrado allí para siempre. Siendo que los autos chutos de Bolivia forman parte de la historia en el ciberespacio, quise rendir con este artículo un homenaje a la persona que hace unos seis años los bautizó así.
Corría el 2005 cuando el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) entregó en acto público en La Paz el estudio titulado El contrabando en Bolivia: Una visión heterodoxa. En la ocasión, uno de los autores del libro se refirió a los vehículos indocumentados como autos chutos, lo que llamó la atención de la prensa paceña que inmediatamente pidió una explicación de lo que significaba tal término. Generoso como en vida fue el Lic. Alfonso Kreidler Guillaux —asesor general del IBCE por aquel entonces—, se deleitó explicando su significado, dejando más que complacida a la nutrida audiencia, y quedando él feliz por haber socializado un dicho oriental que era desconocido en el altiplano.
Quienes vivimos en Santa Cruz sabemos que chuto puede significar “estar desnudo” o “desprovisto de alguna cosa”, estar “incompleto” o “falto de algo”. La referencia de autos chutos vino a significar que tales vehículos no tenían papeles al haber sido internados de contrabando. Desde entonces, el uso del término autos chutos se generalizó, en reemplazo de un denominativo anterior, el de vehículos bárbaros.
Volviendo al 2011, resulta curioso ver cómo Carlos Marx tuvo razón en ciertas cosas (aunque en otras falló consistentemente), vgr., cuando dijo que la historia se repite, como en espiral. Ocurre que al igual que lo que pasa hoy con la generosa Ley de Saneamiento de Vehículos Indocumentados promovida desde el Órgano Legislativo, durante el gobierno neoliberal del 2005 fue también el Poder Legislativo (pese a la abierta oposición del Poder Ejecutivo) el que se mandó una ley para legalizar lo ilegal.
Fuertes reclamos en contra del perdonazo provocaron amplios titulares como: “¿Se quiere o no combatir el contrabando?”, “La amnistía a autos chutos es rechazada”, “La invasión de los chutos golpea al mercado de autos”,
“Rechazo a legalización de autos chutos”, “Alarma en sector privado por amnistía de autos chutos”. Vea en internet cómo la historia de ayer se repite hoy.
El estudio del 2005 recordaba que en los cuatro años anteriores, 60.000 vehículos se habían beneficiado de procesos de regularización. Kreidler sostenía entonces que el ingreso de otros 25.000 autos “chutos” resultaría un “verdadero escándalo” y que “la prensa debería investigar a fondo, qué intereses están en juego, y quiénes están detrás de esto”. “Uno se pregunta”, dijo, “si es que realmente hay voluntad política para combatir este delito en Bolivia, cuando cada año el Gobierno sintomáticamente cede a presiones de propietarios de vehículos indocumentados, claramente, contrabandeados”. ¡Qué diría hoy nuestro recordado Buby Kreidler si viera que el registro para el perdonazo plurinacional va acercándose a los 100.000 vehículos!
Sin embargo, en el 2005 no solo hubo actores privados preocupados por la amnistía. El entonces viceministro de Política Tributaria, Juan Brun, sentenció: “No porque necesitemos plata vamos a perforar el sistema tributario”.
Volviendo al 2011, y dado el descomunal déficit fiscal previsto para este año, más de uno podrá justificar lo que está pasando con aquello de que la necesidad tiene cara de hereje.

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