lunes, 27 de abril de 2009

¿Cuándo dejará de ser importante el gas?

Por Boris Gómez Úzqueda*
Me sentí tentado a escribir sobre una columna de un sociólogo -Dany Jimenez- titulada ¿Cuándo dejará de ser importante el gas? En http://zoonenergetikon.blogspot.com/2009/04/cuando-dejara-de-ser-importante-el-gas.html La respuesta es obvia: nunca dejará de ser importante en éste contexto económico e histórico en el que el mundo, y Bolivia particularmente se encuentra.
El sociólogo que hizo el análisis -colgado en la red- argumenta que “hace algunos años nos atrevimos los bolivianos a soñar que seriamos el centro energético de Sudamérica, y que el núcleo articulador de toda la potencia gasífera subregional estaría en nuestro territorio”, visión que ciertamente a la fecha no se dio –ni se dará de persistir la obtusa mirada de los nacionalizadores- pero para alegría y tranquilidad de los bolivianos esa visión se cumplirá en un momento determinado. El territorio explorado en Bolivia no llega ni al 15%. Existen zonas altamente potenciales de ser contenedoras de reservorios de gas. Y el desarrollo de nuevos campos, con nuevos modelos de inversión y explotación, serán destinados específicamente a generación de valor agregado del gas: electricidad, productos petroquímicos de nueva tecnología, diesel a partir de gas, urea, metanol, fertilizantes y otros.
El gas da para mucho y para rato.
El mencionado columnista señala adicionalmente que "debido fundamentalmente a la irrupción de estampidas sociales que han sido correspondidas con políticas inadecuadas para el desarrollo del sector de los hidrocarburos". Nada más cierto: lamentablemente en Bolivia el tema de energía e hidrocarburos, puntal de nuestras exportaciones y base del sustento nacional, fue utilizado como bandera política de confrontación (la absurda "guerra del gas" de 2003 que no llevó a nada al país, sólo a muerte y división).
Siguiendo el análisis del sociólogo quien expresa "en la actualidad, la producción de gas natural ha remontado crecimientos leves debido a las bondades de los pozos con menos de una década de existencia, pero las condiciones de operatividad amenazan con vetar un incremento de los volúmenes", por supuesto: la producción está en menos de 50 000 barriles día, habiéndose demostrado con cifras contundentes que entre éste año y 2007 hubo una reducción en la producción no sólo de líquidos, sino de gas natural (producción que no pasa de 40 Mmm3d millones metros cúbicos día, cuando debiera ya estar sobre 80 Mmm3d), precisamente por la ausencia de un marco político energético adecuado que propicie inversión multinacional.
El análisis indicado hace mención a que "Brasil está empeñado en romper la dependencia gasífera con Bolivia, por ello no escatima esfuerzos de inversión en exploración de zonas geológicas complejas, y ya se sabe que sus reservas futuras probadas y probables de gas y petróleo se incrementaran hasta ponerse a la altura del club selecto de la OPEP". Aunque es cierto Brasil siempre tendrá una compleja relación de amistad e interdependencia con Bolivia. Al margen de que sus nuevos reservorios (caso Tupí) lleguen a ser altamente productivos y rentables y aunque sigan con su nueva política de importación de LNG el gas boliviano siempre estará a mano porque hay un gasoducto que debiera ser utilizado como llave a generar negocios binacionales en petroquímica. El columnista expresa que "para muestra basta un botón. El Plan de Inversiones de Petrobrás 2009-2013 contempla un presupuesto de 174,4 mil millones de USD, de los cuales 104,4 mil millones irán destinados a actividades de exploración y producción", cifras exponencialmente diferentes e importantes con relación a las proyectadas por Bolivia para el rubro, es por ello que siempre hemos reclamado una asociación estratégica con Brasil: y siempre hemos reclamado cuál sería el nivel de complementariedad de agenda energética si se industrializaría una porción de reservas del gas boliviano con inversión brasilera. La relación Brasil-Bolivia sería permanente y con negocios rentables de por medio.
Me adhiero a la frase expresada por el autor de que "mientras tanto Bolivia es un estanque olvidado en el reflejo de su sector petrolero desde hace tres años", nada más cierto: nuestra visión de convertirnos en el proveedor continental de electricidad, combustibles, gas, productos petroquímicos y valor agregado está, por de pronto postergado unos años, todo "gracias" a la errada política de Nacionalización.
Si bien es cierto que la exportación de gas declinó, con sus respectivos ingresos, el aporte al PIB sigue siendo importante, es la "estrella" de las exportaciones, permite "maquillar" déficits en otros rubros exportadores, continúa alimentando con dinero fresco al despilfarro estatal (de sus bonos) y sigue financiando obras públicas en regiones, municipios y sosteniendo al país. ¿Cómo hubiera sido si desde el Estado se hubiera diseñado una política pública específica para energía e hidrocarburos? La historia del país fuera diferente. Si así con todo el peso de la política estatal en contra el sector continúa siendo el sector hidrocarburos el principal del país.
Es absolutamente cierto cuando el columnista –que es imparcial en sus apreciaciones ya que viene de un sector totalmente diferente al de hidrocarburos- expresa “resulta razonable pensar que los hidrocarburos están perdiendo peso en la economía boliviana por la propia ineptitud de la gestión estatal”. Evidentemente: el gran responsable de la debacle coyuntural energética boliviana es la actual dirigencia estatal. Ni son las “malditas” transnacionales (como solían llamarlas), ni es la capitalización de mediados de los noventa, la culpa la tienen los irresponsables que administran todo el andamiaje político boliviano y particularmente quienes están a cargo del Estado.
Es también cierto cuando dice que “no es inteligente depender de los recursos naturales renovables”, pero convenientemente industrializados generarán riqueza que servirá para que Bolivia salga de la pobreza y se integre a esos exclusivos países como los exportadores de plástico, de metanol, de diesel sintético y electricidad.
Es que la energía da para mucho y Bolivia es bendita en gas. Y los avances tecnológicos actuales –y futuros- pondrán al gas como energético limpio privilegiado, inclusive para la producción de nuevos combustibles como el DME (dimetil éter) y otros, vale decir que el gas sí es importante y más importante es que la ciudadanía tome conciencia del fracaso de la nacionalización y de la importancia del gas en la construcción del futuro boliviano.
*Boris Gómez Úzqueda es máster en administración y consultor de hidrocarburos.

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