Hace algunos años nos atrevimos a soñar que seriamos el centro energético de Sudamérica, y que el núcleo articulador de toda la potencia gasífera subregional estaría en nuestro territorio. Tal situación no se dió, y no hay horizonte previsible al respecto, debido fundamentalmente a la irrupción de estampidas sociales que han sido correspondidas con políticas inadecuadas para el desarrollo del sector de los hidrocarburos.
En la actualidad, la producción de gas natural ha remontado crecimientos leves debido a las bondades de los pozos con menos de una década de existencia, pero las condiciones de operatividad amenazan con vetar un incremento de los volúmenes del volátil energético. Por su parte, los líquidos van en descenso gracias al agotamiento de los campos antiguos, que están dejando de ser compensados con la producción seca de los más nuevos.
Orientando la vista a nuestro alrededor descubriremos que nuestros clientes no pierden el tiempo.
Brasil está empeñado en romper la dependencia gasífera con Bolivia, por ello no escatima esfuerzos de inversión en exploración de zonas geológicas complejas, y ya se sabe que sus reservas futuras probadas y probables de gas y petróleo se incrementaran hasta ponerse a la altura del club selecto de la OPEP. Pero el coloso no se queda allí. Continúa haciendo negocios con Venezuela y Trinidad y Tobago para importar más volúmenes de GNL por un lado, y producirlos en asociación estratégica por otro.
Para muestra basta un botón. El Plan de Inversiones de Petrobrás 2009-2013 contempla un presupuesto de 174,4 mil millones de $us, de los cuales 104,4 mil millones irán destinados a actividades de exploración y producción, desprendiéndose de allí nada menos que 47,9 mil millones de $us para desarrollo de nuevos proyectos, especialmente en los campos del Pre-sal en Espírito Santo. ¿El objetivo? dejar de depender del humor de potencias extranjeras, como diría el Presidente Lula. Y Argentina hace lo suyo también para descolgarse gradualmente de los ductos bolivianos.
Mientras tanto Bolivia es un estanque olvidado en el reflejo de su sector petrolero desde hace tres años.
La incidencia del sector de hidrocarburos en el PIB nacional se encuentra estancada en 6,8% desde el año 2005, descendiendo al 6,6% el 2008. Los hidrocarburos ya no constituyen el puntal del crecimiento económico boliviano en la actualidad. En el 2004 eran responsable del 30,1%, y el año pasado se contrajo diez veces hasta llegar al 3,8% pese a la coyuntura favorable de precios y demanda internacional.
La buena noticia es que las exportaciones a Argentina crecieron en un 59% el primer trimestre de este año y compensa en parte la contracción de la demanda brasileña que llego a 19,7 Mmcd.
Resulta razonable pensar que los hidrocarburos están perdiendo peso en la economía boliviana por la propia ineptitud de la gestión estatal. El país tiene una enorme riqueza de recursos naturales portadores de energía para el futuro que esperan ser bien aprovechados; litio, cobre, calor geotérmico, potencial eólico y hasta nuclear incluido si le echamos un vistazo a las formaciones geológicas que albergan depósitos de uranio.
No es inteligente depender de los recursos naturales renovables, pero es más razonable entender la idiosincrasia boliviana de apostar siempre al inmediatismo para salir de los apuros. Esto es Bolivia y hay muchas maneras de mirarla.
Un espacio de análisis y debate de la realidad boliviana, desde la perspectiva energética. Energía, Gas, Petróleo para el Desarrollo Económico.
lunes, 27 de abril de 2009
¿Cuándo dejará de ser importante el gas?
Por Dany Jiménez, Sociólogo y Periodista
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