por Cayetano Llobet, analista político.
Si alguien cree que dos oficiales del Ejército, entrenados en Venezuela, dotados de fusil AK-47, en posesión de explosivos de uso militar, miembros de un grupo especial, asignados a la Casa Militar de Su Excelencia, actuaron por cuenta propia, no es un ingenuo, ¡es un imbécil! Si don Juan Ramón Quintana dice que él no sabía nada, que las oficinas de Palacio no tuvieron nada que ver con el atentado, que están dispuestos a sacrificar a un oficial y toda su carrera porque actuaron como chambones, nos cree imbéciles a todos los demás. Si los comandantes -otra vez-, además de hacer el ridículo, personal e institucional, creen sinceramente todo lo que están diciendo, son tontos o cómplices. Y si aquí no pasa nada, después de un acto manifiesto de terrorismo de Estado, significa que hemos pasado el límite de las formas y estamos ante la implementación de tácticas fascistas -mediáticas y paramilitares- para consolidar un régimen totalitario.
Segunda desvergüenza: ¡Podemos, por fin, se quitó la máscara! Ahora sí, han decidido actuar como militantes del oficialismo y lanzarse directamente contra los prefectos y los procesos autonómicos. Yo quiero reclamar, sinceramente, a todos aquéllos que no me creyeron cuando advertí sobre el verdadero carácter de Podemos. Ahora pueden darme la razón: Tuto, su partido y su gente han resultado ser una comparsa de impostores. Matices en la presentación, ¡pero impostores!
Para don Luis Vásquez, veterano de muchos oficialismos, matrero en el oportunismo, catedrático del ‘maradonismo’ político -léase MIR-, no hay problema. Con los mismos argumentos legales que descalificó el proyecto gubernamental, hoy puede defenderlo sin que se le mueva un pelo. No es el caso del debutante, don Oscar Ortiz: sus tartamudeos, su voz trémula, son explicables. Lo están haciendo bailar un vals para el que no está entrenado. Y conste que, hasta hoy, no le ha explicado a Santa Cruz -¡y tendrá que hacerlo!- por qué le dio la espalda a la región que lo nombró representante, para convertirse en humilde edecán de Tuto. Como es la primera vez que forma parte del oficialismo, no tiene todavía la dosis suficiente de cinismo y la cara dura… ¡le falta cuero! Tuto y sus muchachos saben que la impostura se paga… ¡pregúntenle a Mesa!
Es obvio que, en las condiciones en que ha sido convocado, el referéndum revocatorio favorece de entrada a Evo. Si el Gobierno y Podemos creen que las regiones van a jugar con las reglas de juego gubernamentales, es que no tienen idea de nada. Una de las características del proceso de regionalización de la política es, precisamente, la pérdida de la autoridad nacional como referencia central. Y las autoridades regionales -los prefectos- se deben a su región. Es Evo quien tiene que demostrar que es líder nacional… ¡y eso está en chino! Pero que Podemos le metió una jodida zancadilla al proceso autonómico, tampoco ofrece duda.
Es muy probable que la alianza oficialista siga funcionando bien. La conformación del Tribunal Constitucional -en Podemos hay ‘doctores’ del cuoteo- podría evitar la vergüenza del revocatorio y permitiría anular los referéndums departamentales. Después de la esquivada a los 2/3, después de la ampliación de la Constituyente, después de la convocatoria al revocatorio, ¿por qué no podemos imaginarnos a don Tuto proponiendo la ‘Constitución’ del MAS?
Sólo queda la rabia. La rabia de muchos. Y las sociedades se vuelven terribles cuando las rabias son mayoritarias.
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