miércoles, 25 de junio de 2008

Construyamos nuestra Palm Jumeirah en Tarija


Por Boris Gómez Úzqueda*

Durante la realización de un evento académico en hidrocarburos y energía, pregunté a algunos amigos norteamericanos, expertos en la materia, a dónde van los miles de millones de dólares que los consumidores norteamericanos gastan en combustible.

Me contaron que en lo que tarda el reloj en completar un día (24 horas) gracias a la industria del petróleo y gas natural permite suficiente electricidad para calentar o refrigerar más de 80 millones de hogares, suministrar encima de 382 millones de galones de gasolina a estaciones de servicio (1 gal equivale a 3,78 litros), que permiten que más de 200 millones de conductores lleguen a su trabajo o a sus casas, llevar a sus hijos a escuelas y a viajar las enormes distancias que hay en las ciudades norteamericanas -un estudio señala un promedio de viaje por carretera de 7,5 millones de millas cada día (1 milla equivale a 1,61 km). Diariamente la industria de petróleo y gas pone a disposición de aerolíneas en los aeropuertos norteamericanos más de 67 millones de galones a terminales de aeropuertos de combustible de aviación, que transportan 30000 vuelos diarios alrededor del mundo.

Son algunos datos que muestran lo gigantesco de la industria energética sólo en Estados Unidos. Varios colegas coincidieron que la economía norteamericana, que tiene millones de vehículos de energía fósil circulando en las freeways (grandes carreteras) de las aglomeradas ciudades van a financiar la construcción, principalmente, a nuevos oasis del Golfo Pérsico.

Ejemplo es la creciente economía de Emiratos Árabes Unidos (EAU) cuya capital es Abu Dhabi y la principal ciudad económica está en el segundo más grande de sus emiratos llamado Dubai, verdadero nuevo paraíso para negocios, placer, turismo, construcciones e industria del golfo. EAU posee la quinta más grande reservas de petróleo en el Medio Oriente y de gas natural en el mundo, aumentando permanentemente su producción que se importa, entre otros, a Estados Unidos, y su crecimiento interno –vía de nuevas construcciones e industrias- demanda anualmente más electricidad que obligan al gobierno de ese Emirato a seguir incrementando cuotas de cogeneración eléctrica a través de gas por el incremento acelerado de inversiones internacionales en ése país, particularmente en su ciudad de Dubai que me cuentan tiene más de un trillón de dólares (1.000.000.000.000.000.000, un millón de billones) en proyectos de infraestructura en pleno desarrollo.

El crecimiento de EAU es de un 10% sostenido al margen de sus ingresos en venta de crudo y gas.

Todo esto a qué nos lleva. Nos motiva a pensar en una nueva visión. Los Emiratos fueron, en algún momento, no otra cosa que una comunidad de arena en medio del desierto. La visión que tienen es poner a ese país a la altura –y dadas las oportunidades de inversión multinacional- de Nueva York o Europa. Lo están logrando gracias a nuevas formas de combinación de cultura y negocios.

El ejemplo palpable, según me cuentan los que visitaron Dubai, es la isla artificial construida sobre el mar, para condominios, hoteles, casinos y otras infraestructuras, denominada Palm Jumeirah, en pleno golfo. Un proyecto trillonario impulsado por la visión de exportación de materia prima en gas y petróleo.

Todo ello convirtió a Dubai en un centro internacional de negocios y un hub financiero del Golfo. Algo así, en otro tipo de escala, podríamos hacer utilizando la industria del gas natural y sus derivados, porque está comprobado que la industria de la energía, pese a las críticas, tendrá unos buenos años más por aquí, pero es necesario una nueva visión.

¿Porqué no hacer de Tarija, por ejemplo, el centro internacional de negocios de América Latina? una especie de Dubai latinoamericana, en donde se permitan las inversiones en nuevos negocios de infraestructura motorizados por la energía del gas chaqueño.

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