jueves, 3 de julio de 2008

AMARGO GAS, por Romano Bismarck Paz Politólogo boliviano

Bolivia es un Estado potencialmente rico, ya que a lo largo y ancho de su territorio, se encuentra gran cantidad de recursos naturales, mismos que atraviesan una creciente demanda mundial, recursos que también son apetecidos por nuestros vecinos, coyuntura económica que nos permite venderlos en su estado casi natural y a muy buenos precios, lo que por supuesto ha generado un repunte simbólico de la economía boliviana, al extremo que nuestros gobernantes se da el lujo de despilfarrar miles de dólares en propaganda política, en una administración que se autodefinió de austeridad.

En la medida que las reservas de gas y petróleo, se queden bajo tierra, debido a la política económica y energética desastrosa que se viene aplicando, al calor de la demagogia populista con que se maneja la actual administración, seremos arrastrados al incumpliendo de contratos internacionales, situación que en el mejor de los casos podría llevarnos a dirimir el tema en cortes de arbitraje internacional. Tanto Argentina, como Brasil y Chile, son países que demanda del gas boliviano por su ubicación estratégica en el cono sur, y es ante la incapacidad de la burocrática producción nacional para abastecer estos mercados y el propio mercado interno, que nuestros vecinos están buscando soluciones temerarias por no decir paliativas, los mas visionarios exploran el lecho marino, los otros se limitan a construir plantas de regasificación, al parecer pasan por alto que en el mundo hay muchas menos plantas de licuefacción en relación a las primeras. Cabe resaltar que el déficit energético afecta sobre todo al uso domiciliario y en un segundo plano al rubro industrial, situación que pone en riesgo el índice de desarrollo humano de nuestros vecinos países.

Nuestro letargo económico, reposa sobre la ineficiencia y corrupción de los gobiernos de turno. Actores que con su demagogia y autoritarismo traban la producción, generando escasez, siendo los directos responsables de la especulación y los altos índices inflacionarios, sin precedentes en los últimos veinte años, situación que castiga sin contemplación al ciudadano común. Al postergar el desarrollo, se convierten en genocidas, ya que atentan contra el bienestar de la población que los eligió gobernantes, además de poner en verdadero riesgo la integridad nacional, debido a que existe el peligro latente de que estos recursos energéticos, en el mediano plazo se conviertan en vitales para la subsistencia de importantes regiones demográficas extranjeras, situación que nos obligaría a producir al máximo, si deseamos mantener la aspiración de ser un país libre, independiente y soberano, queda descartada la posibilidad que existan actores políticos o fuerzas armadas con capacidad humana de garantizar la seguridad nacional, en ese venidero escenario. Por otro lado, el cambio de matriz energética, que implique nuevas tecnologías limpias, podría ocasionar la ruina de nuestra economía, altamente rentista y dependiente de la venta de gas.

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