miércoles, 6 de febrero de 2008

El Alto – Caraparí – Orinoca

Por Boris Gómez Úzqueda

Quien busque similitudes y diferencias de tres lugares absolutamente distantes y dispares como El Alto, Orinoca y Caraparí concluirá que en los tres pobreza y marginalidad, exclusión y ausencia de Estado son elementos que los unen pese a la lejanía geográfica que los separa.

Anhelan ser parte del inconcluso proceso de desarrollo boliviano a través de los hidrocarburos que -pese a los retrasos- todavía puede ofrecer a Bolivia la oportunidad histórica de colocarla en situación privilegiada en el Continente.

Sus jóvenes poblaciones cifraron esperanzas en la "nacionalización" pero "el cambio" prometido así como la "industrialización" de hidrocarburos no les llegó. Siguen en la marginalidad !

El Alto, particularmente activa en política nacional por su movilización permanente de cuadros dirigenciales, vecinales y sociales ha puesto a la democracia boliviana -en más de una ocasión- en nuevos escenarios de análisis por las reivindicaciones que plantea, es la indiscutible capital industrial emergente de occidente, calificada como ciudad indígena más joven del país, y que libró en sus calles la sociológicamente conocida como "guerra del gas" que en 2003 –muertes y heridos de por medio- argumentó negativa para el hoy ya liquidado proyecto de exportación de excedentes de gas a mercados de California y México, que transportaría gas por ductos a territorio chileno desde donde se procesaría para su traslado marítimo, y de paso suministrar a ese mercado. Fue la ciudad combativa que puso la sangre y a la que la "nacionalización" apenas dio algunas conexiones suplementarias de gas domiciliario, con presupuestos en detrimento de otras ciudades por ejemplo de Santa Cruz; pero en lo central El Alto no fue satisfecho hasta la fecha ni honrado sus mártires. Es otra de las engañadas por la "nacionalización".

Orinoca debe continuar reclamando –como "cuna" del gestor de la idea del "cambio"- que las banderas pseudorevolucionarias como la "asamblea constituyente" y "nacionalización" que de haber triunfado hubieran perfilado un modelo de Estado socialista, racista y convulso, no sigan dividiendo al país.

Otro caso paradigmático es la bella chaqueña Caraparí, cargando sus 350 años de historia continúa en el olvido, en donde yacen campos San Alberto e Itaú, que producen cerca de 300 millones de pies cúbicos de gas diarios, 5.400 barriles de petróleo por día y, desde allí en algún momento, se perfilaron proyectos de lo que hubiera sido la exportación de gas es la indiscutible generadora de ese IDH repartido a diestra/siniestra a gusto y antojo por la dirigencia estatal que ya tiene el descaro de declarar "misión cumplida".

La "nacionalización" no fue herramienta que haya logrado reducir la pobreza, llevar electricidad, instalar industrias de derivados de gas, ni inversiones en nuevos negocios hidrocarburíferos.

He visto, en esas regiones gente humilde, de trabajo y dedicada a mejorar sus condiciones de vida, alejadas de toda noción de odio y de revancha, por el privilegio, como pocos bolivianos por la falta de vertebración caminera, de haber recorrido esas regiones. La deuda social continúa: la "nacionalización" debe a El Alto: ponerle inversiones para infraestructura; llevar servicios básicos y electricidad a Orinoca en vez de declarar "monumentos históricos" a lugares que sólo acrecientan mitología falsaria y culto a la personalidad; y agradecer, pero con inversión pública intensiva y permitiendo capital multinacional a Caraparí porque ese gas chaqueño será el alimento para el crecimiento boliviano por los próximos cien años.

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