sábado, 19 de enero de 2008

Benchmarking de la reforma energética mexicana



Por Boris Gómez Úzqueda

La dirigencia gubernamental tendría que utilizar técnicas de benchmarking para aprovechar de la actual coyuntura mexicana que está inmersa en una reforma energética importante y recoger así los éxitos y evitar fracasos en esas medidas políticas y –de ser convenientes- aplicarlos a Bolivia.

Serviría, adicionalmente, para revivir el proyecto de exportación de gas a México país que enfrenta dos retos centrales: incrementar reservas de hidrocarburos y mantener producción de crudo y gas natural para cumplir consumo de combustibles y electricidad que particularmente entre 2007-2016 crecerá 5% anualmente (habiendo incremento de más de 22,000 MW de capacidad, de tal suerte que la capacidad instalada se debe incrementar en 33%), para ello estudian de dónde provendrá su suministro de gas, tanto dentro del país cuanto fuera de él (¿ Camisea del Perú? ¿gas chaqueño de Bolivia?). Obviamente toman también precauciones: poniendo en marcha centrales de utilización intensiva de "energías renovables" aunque son mas costosas.

Veamos algunas cifras: mientras la liquidada "nacionalización" requiere "mínimo" 1000 millones para airearla un poco la reforma mexicana para "reactivar" el sector energético requiere 25 mil millones de dólares/año, mostrándonos ambos casos que hay evidente necesidad de inversión multinacional.

El gran debate –como el que tenemos por aquí- es si la estatal mexicana del petróleo permitirá inyección de capitales multinacionales en actividad exploratoria, que le daría margen para dedicarse de lleno a desarrollo inmediato de perforación de pozos en reservas ya identificadas: un escenario de ésta característica mantiene un nivel de producción de 3.25 millones de barriles diarios de crudo llegando a 3.4 millones de barriles diarios en 2016. queda, entonces, comprobado la importancia del capital multinacional en actividades hidrocarburíferas, al margen de consideraciones chauvinistas. Bolivia tiene el mismo problema: su nacionalización no trajo capitales adicionales para exploración, menos para explotación o industrialización habiéndose paralizado el sector.

Los mexicanos estiman que en gas natural para los próximos 10 años su demanda experimentará crecimiento de 3.3% disparados para generación eléctrica, para uso industrial y residencial; pero sólo el 85% de esa demanda estará cubierta apenas creciendo su oferta a un ritmo de 3.3% insuficientes pese a su "record" de producción de gas en 2007 con 6 mil millones de pies cúbicos diarios. De todas formas queda claro que el proyecto de suministro de gas boliviano no debe estar archivado. Para 2016 la mayor cantidad de sus importaciones de gas (casi el 80%) ingresarán vía terminales de regasificación de LNG gas natural licuado (plantas de Altamira, Ensenada y Manzanillo), a donde eventualmente llegaría el gas chaqueño. Un mínimo restante provendrá de gasoductos de interconexión de Estados Unidos. Queda abierta la ventana para llevar gas a México siempre y cuando la malhadada "nacionalización" lo permita.

El petróleo siempre ha sido "elemento clave" y los hidrocarburos "base" de la seguridad energética además de "motor" para el desarrollo económico por ello están enfrascados en una gigantesca reforma legislativa, regulatoria y política que les permita salir del estancamiento –caída- de su producción petrolera, de cifras cercanas a 3.4 millones de barriles diarios de petróleo (2004) a 3.1 millones (2007), por varios factores entre ellos la "declinación" del reservorio Cantarell (60% de la producción petrolera mexicana). Han tenido que darle un giro drástico a su Programa Sectorial de Energía haciendo sostenible la ecuación equilibrada reserva-producción.

Tienen -contrariamente lo que sucede aquí- opciones variadas: pero todas coinciden que deben dejar niveles de exploración restringidos fortaleciendo programas de explotación extensivos de recursos en "aguas profundas" (marítimas, aprovechamiento que requiere grandes inversiones y logística en condiciones complejas), evitando así que en 2015 apenas produzcan 2.1 millones de barriles diarios de crudo.

Son datos interesantes que vuelven a colocar a Bolivia en situación privilegiada –de hacerse inversiones en exploración y explotación de nuevos reservorios- en capacidad de suministrar a México a partir de 2015 si es que previamente reordenamos nuestro país.

La reforma podría permitir que multinacionales tengan una mayor participación en la distribución de gas y crudo y abrir la asociación con privados en áreas como yacimientos en aguas profundas, pero ésta "flexibilización" de la política energética mexicana es sólo un paso para evitar el colapso. Mientras otros países piensan en globalidad aquí siguen haciéndole pleitesía a un ídolo muerto: la nacionalización.

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