La Asamblea Constituyente boliviana está a punto de morir. Fue un mero instrumento para redactar una constitución totalitaria que permita la reelección permanente de la actual dirigencia estatal, copiando el estilo autoritario del presidente venezolano.
Y en vista de aquello la dirigencia estatal -metida en callejón sin salida, en jugada de jaque-mate que logrará su autodecapitación- busca a toda costa desarticular la institucionalidad democrática de Tarija, de Santa Cruz, de Cochabamba, de Pando y del Beni, departamentos que no son parte del oficialismo y que constituyen más del 70% del territorio boliviano.
La Asamblea, que nunca debió hacerse porque fue un caprichito, una agendita de algunos violentos que en 2003 derrocaron al gobierno constitucional a título de "defensores del gas" y que ahora no tienen energía ni para encender un foco, muestra el fracaso de tratar de imponer el autoritarismo desde la aparente legalidad. El 2003 menos de 5000 violentos derrocaron al gobierno "oponiéndose" a un proyecto de exportación de gas a mercados del norte del Continente. Hoy vemos los alcances de esa movida insensata.
Lo que los "sabios" dirigentes estatales están haciendo es aferrarse a un último chance de conservar el poder: no quieren perder a El Alto ni a La Paz, como caudales electorales y por la capacidad organizativa y de movilización de algunos de los sindicatos y dirigentes aguerridos. Y para ello los dirigentes estatales están enfrentados con Sucre -a la que le impiden analizar y debatir el asunto de ser capital del país en el marco de las deliberaciones de la Asamblea-, están enfrentados contra Santa Cruz -asediando a su prefecto, y a su líder cívico-, están enfrentados contra Cochabamba, permanecen enfrentados contra el Beni -quieren arrinconar a su gobernador (prefecto) no oficialista repartiendo dólares venezolanos a municipios- y finalmente, en su triste historia de odios y rencores los dirigentes estatales están enfrentados -y jugándole sucio- a Tarija.
A ello hay que agregar el golpe sucio y canalla contra el Tribunal Constitucional al que, mediante jugarretas pseudojurídicas, tiene arrinconado y quieren encarcelar a unos ancianos abogados que de política nada deben saber, sólo de cuidar la constitucionalidad y legalidad en el país. La clave de todo es gobernar totalitariamente por decreto, en desmedro del Legislativo y sin control del Tribunal Constitucional. Y quieren seguir poniendo agregados a la mesa de enfrentamiento: están distrayendo a la ciudadanía con una supuesta "salida al mar" que se estaría negociando con Chile. Y esto, naturalmente, es muy sensible en la opinión pública boliviana que anhela volver a las costas del Pacífico después de la guerra de 1872 que privó a Bolivia de mar.
Pero se olvidan de algo: que las más influyentes fundaciones, cámaras de comercio y otras instituciones bolivianas han denunciado: hay crisis económica, traducida en inflación, no se logrará reducir el desempleo, ni se cumplirán con Objetivos del Milenio y hay pobreza sigue campeante, persiste la crisis energética interna y el enfrentamiento ciudadano. Empresarios, ciudadanos, alcaldes y prefectos no oficialistas están en una cruzada por sensibilizar a los autoritarios administradores del poder la importancia de generar soluciones inmediatas a la crisis económica y energética que hay en Bolivia, superando, como paso inicial, la crisis política en la que estamos metidos. No hay proyecto de país, sólo un gran proyecto de feudalizar a Bolivia y ponerla en el medioevo.
Y que no nos vengan con que sus acuerditos millonarios con los venezolanos o argentinos (que, en buena fe esperemos se cumplan) son la "solución" y por el contrario no resulten ser un eslabón en la cadena para esclavizar a a Bolivia- por parte de las fauces de los "amigos" dirigentes venezolanos que lo único que buscan es hegemonizar el negocio continental de la energía y para ello deben hacer algo que les quita el sueño: inviabilizar a la rica (provincia boliviana de) Tarija, a su institucionalidad y dejar que las reservas de gas -benditas- en simples "reservas" sin la posibilidad de comercializarlas para beneficio de los miles de hambrientos y desempleados bolivianos.
Estamos en una situación como de guerra. Atrincherados. Perseguidos. Con instituciones permanentemente atacadas desde la dirigencia estatal. ¿Acaso no quieren defenestrar a los prefectos no oficialistas?¿No quieren encarcelar a los miembros del Tribunal Constitucional?¿acaso no quieren la reelección para perpetuarse con poder totalitario? ¿No han renegado y hostigado a la Iglesia?¿Acaso no han molestado a los empresarios e inversores? ¿No han atemorizado y generado violencia contra los ciudadanos? Esa actitud hostil es permanente.
Los dirigentes estatales saben muy bien su jugada: hostigar y perseguir a la combativa institucionalidad de Santa Cruz, para quebrar su aparato industrial y comercial y someter a Tarija, dueña del gas boliviano, para evitar que haya crecimiento y bonanza económica. Con ello el paso a una Bolivia sovietizada, con fábricas estatales inservibles, con salarios de hambre, con educación marxista, sin Iglesia y sin educación libre tendrán un rebaño al que podrán gobernar cien años.
¿Y a Bolivia que se la lleve el diablo? No. No lo permitiremos.
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