
por Boris Gómez Úzqueda
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No es pesimismo pero la actitud de marcado desafecto de la dirigencia estatal contra Tarija, Santa Cruz y recientemente contra Cochabamba hace que pensemos lo peor.
Se nota una dura ¿conspiración? para liquidar la naciente industria, comercio y aparato de negocios en Tarija. Parece que a alguien no le conviene que Tarija se convierta en la locomotora energética boliviana y tampoco le gusta la idea de que el Chaco se transforme en la ‘Kuwait latinoamericana’, vale decir, la principal región proveedora de energía al continente.
La falta de combustibles, nada menos que en Tarija, es una vergüenza. Se llenan la boca con la ‘nacionalización’, desestiman la autonomía –abrumadoramente apoyada por el pueblo tarijeño–, pero no son capaces –o por lo menos visionarios– para generar ideas de edificación de Tarija como el centro geopolítico-energético. Y, en lo cotidiano, la falta de gas está a punto de dejar a oscuras a Tarija. A oscuras porque su desarrollo sufrirá un retraso considerable e inmanejable, de no darse una solución estructural a la anunciada ‘crisis energética’ local.
Ya el propio prefecto mostró en reiteradas ocasiones su molestia porque desde la dirigencia estatal no hay planes de solución técnica a la ‘crisis’, que ciertamente atacará la médula misma de las inversiones en Tarija. En lo inmediato –antes de elucubrar con ‘industrialización’ o ‘plantas petroquímicas’– urge la ampliación del gasoducto Villamontes-Tarija. Menos mal que desde la Prefectura se están dando pasos para paliar el problema y cerrar en algo la brecha entre demanda y oferta de gas. Se estaría gestando, de inmediato, el inicio de la construcción del gasoducto, además de las tratativas para la instalación de una planta de compresión en Entre Ríos como medidas paliativas.
¿Qué dirían los amigos extranjeros si supieran que los dueños del gas boliviano sufren por falta de energía? Quienes entienden el tema ya hablan de ‘colapso’ energético. El retroceso en el índice de desarrollo económico del sur será negativo para toda Bolivia.
Éste es un reclamo legítimo: es impensable seguir hablando de megaproyectos o negociando precios de venta del gas al exterior cuando en casa no hay las condiciones que permitan a nuevas industrias instalarse e invertir porque la falta de gas y de electricidad angustia y no brinda seguridad a las inversiones de largo aliento. ¿Quién pondrá dinero en una región con problemas de energía?
En lo político, claro está, una vez liquidada Tarija, neutralizada Cochabamba y asediada Santa Cruz, la toma del poder total será un hecho. Y el tema energético les importa un pito. Prefieren el bono Juancito Pinto –que es loable– a las soluciones medulares de beneficio nacional y que deben darse a partir de la generación de una industria del gas con valor agregado.
Prefieren una Tarija domada, porque saben –sus detractores– que desde el sur se gestará la ‘revolución energética’ que transformará a Bolivia en un país rico y lleno de oportunidades.
¿Cómo fue posible que nos hayamos desvelado hablando de ‘industrialización’, de petroquímica, de transformación de gas a líquidos, de exportación de LNG, si en Tarija no hay energía?
La dirigencia estatal tiene la palabra. Y nadie puede echar la culpa a otros actores. Es un tema estructural que debe ser resuelto, en coordinación con la Prefectura, y dejar de poner obstáculos y trabas al desarrollo tarijeño.
fuente: www.eldeber.com.bo/2007/2007-03-23/vernota.php?id=2522
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