América Latina empezará a librar una encubierta batalla por la energía. Somos "proyecto" de abastecimiento de gas a la región –al haberse cerrado, por lo menos en los próximos años- la posibilidad de convertirnos en exportador de LNG, los "mercados vecinos" necesitarán gas para mover sus industrias, y tendrán que echar mano de lo más cercano –y barato- que tienen.
Y esta geopolítica de la energía nos puso, a los bolivianos, en un brete: por un lado envidias y por otro ingobernabilidad. Desde lo externo, queda claro que hay un proyecto venezolano de hegemonizar los negocios en energía. Y en lo interno, luego de que el Presidente de Venezuela amenazara públicamente convertir a Bolivia –y en particular a Santa Cruz- en epicentro de guerrillas y sangre como Vietnam y tras haber sido calificado de "macaco" por el Gobernador de Santa Cruz, y rechazadas sus pretensiones de intromisión hegemónica en Bolivia por gobernadores de Cochabamba, Beni, Tarija y Pando, la decisión a tomarse para salir del entuerto sigue girando en torno a la energía desde 2003, cuando ocurrió la " guerra del gas" por la que los violentos de ayer –muchos de ellos parte de la dirigencia estatal actual- se opusieron a un proyecto de exportación de LNG a México y Estados Unidos.
Las secuelas siguen: no hay una definición clara de qué hacer con el gas que, por cierto, sigue enterrado a más de 6.000 metros bajo tierra.
Ante ello, no termina de acomodarse el proyecto energético continental. Los países de América del Sur están, bajo este esquema de des-integración aislados en proyectos de interconexión eléctrica, de gasoductos y de industrias de valor agregado. Tienen a un país –como Bolivia- convulso. Ingobernable y con claros signos de sus dirigentes estatales de erigirse en régimen títere del Presidente de Venezuela.
Por ello, nuestra preocupación latinoamericanista: porque sentimos que desde el centro del continente las cosas no están funcionando en poner en marcha la llave maestra, como son los hidrocarburos, para integración. Nos preocupa, como bolivianos, que no se puedan ofrecer condiciones mínimas de gobernabilidad, certidumbre y estabilidad para que la industria de hidrocarburos –junto con sus inversiones- fluyan para Bolivia y para beneficio sudamericano.
Lo que existe es un ánimo obcecado y obsesionado de la dirigencia estatal de desconocer los valores democráticos de los ciudadanos bolivianos. Antes de llegar al poder cerraban carreteras con bloqueos, despreciaban la democracia. Llegaron al poder –por el voto de la democracia- y ahora buscan liquidar instituciones democráticas (tribunal constitucional, división de poderes, división política territorial, etc).
Por ello, la "Declaración de Bahía" y, recientemente, la declaración "Octubre Verde, compromiso por la democracia y libertad", por las que exige a la dirigencia gubernamental, respetar y hacer respetar la soberanía y dignidad nacional.
Creemos, desde lo profundo de nuestro ser, que la intromisión del Presidente de Venezuela –que también tiene tiranizado al respetado pueblo de Venezuela- a través de sus "ayudas" interesadas a Bolivia han llegado al límite, por ello la reacción democrática y digna de los gobernadores: pidiendo "en forma inmediata" que el Presidente proceda a instruir al retiro de todas las fuerzas militares venezolanas del país.
Lo importante del análisis situacional es que sigue siendo la energía –concretamente el gas- el epicentro del debate: los gobernadores protestaron resumiendo la voz de sus pueblos a los que representan, porque arbitrariamente la dirigencia estatal quieren confiscar el IDH que –vaya sorpresa– no fue diseñado, en su estructura económica ni legislativa por los confiscadores: como les fue mal en su proyecto de "nacionalización" tienen que echar mano de ingresos fiscales producto de otros negocios en hidrocarburos. Con la fallida nacionalización de 2006 –cuyo mentor el ex ministro del régimen anda criticando permanentemente- no han podido siquiera modificar el marco legislativo, de los hidrocarburos.
En Bolivia, hay una situación de ingobernabilidad: cinco de nueve departamentos critican la "obsesión totalitaria" de la dirigencia estatal, que avasalla a la institucionalidad del país, mismos que han diseñado una Asamblea Constituyente que está al borde de la muerte, que han elaborado re estatizando el refino, reduciéndose inversiones en exploración, cerrándose mercados para la comercialización y postergándose la industria en su modernización tecnológica por muchísimos años y que quieren poner a Bolivia en 36 pedazos de "naciones indígenas" para balcanizarla y controlarla desde el marxismo del "Siglo XXI".
Y lo que es peor: Bolivia como país potencial en negocios e industria del gas sigue postrado. La gente es la que sufre. Hay inflación y no hay mejoras a la infraestructura en servicios básicos, ni en salud ni educación. Seguimos detrás de Haití en niveles de pobreza de nuestra gente.
FUENTE: http://www.opinion.com.bo/Portal.html?CodNot=7762&CodSec=15
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