La exhibición de actitudes canallescas contra la marcha de los indígenas de diversas étnias por el parque TIPNIS en el centro del territorio boliviano hace inevitable identificar a expertos en movimientos sociales que han optado por olvidar todos sus principios y convertirse en obedientes sátrapas.
Durante años, esos expertos habían estado acumulando experiencias sobre la manera cómo actúan los movimientos sociales. En algunos de ellos parecía una especie de apostolado. Hasta que decidieron quitarse las máscaras.
Estuvieron muchos años preparándose para la llegada de este momento, cuando ellos, haciendo de ministros del gobierno del caudillo, debían actuar sin ningún miramiento, sin concesiones a la moral ni a la decencia. Este, para ellos, es el fin de la historia. Son los Caifaces del movimiento indígena.
Desde que comenzó la marcha, el 15 de agosto, el despliegue de actitudes cobardes, de acusaciones deshonestas, con escuchas telefónicas, con maquinaciones para engatusar a los indígenas, con amenazas hechas a través de terceros, con un coro de medios oficialistas y oficiosos empeñado en mostrar a los machistas como golpistas y perversos, quedó claro que la octava marcha indígena hacia La Paz se las estaba viendo con un poder inescrupuloso y canallesco.
La maquinaria de difamación de la marcha fue despiadada. Se dijo que los dirigentes estaban borrachos, una acusación que entró en silencio sólo cuando un dirigente indígena recordó que el caudillo también marchaba borracho cuando solía protestar. Se dijo que los dirigentes de la marcha eran sirvientes de una agencia de cooperación internacional, hasta que alguien recordó que más de un ministro del gobierno, y el propio hoy presidente de Bolivia, recibieron ayuda de alguna de esas organizaciones. Por momentos dio la impresión de que todo el conflicto enfrentaba a marionetas manejadas por organizaciones no gubernamentales extranjeras, de ambos lados.
El trabajo de esta canalla consiste en mentir, para ocultar que la carretera debe pasar por el parque sí o sí, como lo admite el caudillo, porque hay contratos firmados y comisiones vigentes. Deben tratar de marear la perdiz de la opinión pública diciendo que el gobierno ofrece siete, ocho y más “alternativas” para el segundo tramo de la carretera, pero ocultan que todas esas “alternativas” consisten en pasar por el corazón del parque. Deben ocultar que el caudillo ha prometido a los cocaleros de la zona denominada Chapare nuevas tierras para explotar, y que el parque es la “tierra prometida”, además de los otros parques nacionales. Deben negar que en el Choré ya existe una zona de exclusión, con narcotraficantes colombianos, igual que en Colombia, donde los cocaleros se han hecho fuertes ante la oposición de los campesinos de Yapacaní. Deben negar que el único propósito del caudillo es cumplir con los cocaleros. Que la Pachamama (diosa de la Tierra) le importa un rábano al cocalero. Que eso de ser líder indígena es algo que le colgaron de la solapa (cuando usaba solapa y no los bordaditos, tan monos, que usa ahora) quienes querían que él fuera un estadista. Duro trabajo tienen estos “expertos”.
Sólo me queda una curiosidad. ¿Saben, estos expertos, que el país los ha identificado? ¿Cómo explicarán a sus hijos que en algún momento tuvieron que hacer el trabajo sucio, alquilados por el caudillo?
Un espacio de análisis y debate de la realidad boliviana, desde la perspectiva energética. Energía, Gas, Petróleo para el Desarrollo Económico.
viernes, 9 de septiembre de 2011
Los Caifaces en acción. Recuerdos del presente
Por Humberto Vacaflor Ganam/Analista político boliviano
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