por Boris Gómez Úzqueda
Tengo la obligación como boliviano de aportar, en la medida de mis conocimientos y posibilidades, al diseño de políticas públicas para el desarrollo, en el caso concreto relacionadas a energía e hidrocarburos.* Boris Gómez Uzqueda es Máster en administración, tiene estudios en hidrocarburos y es ejecutivo y consultor del sector privado.
Por ello es que desde 2006 sugerí tanto al Poder Legislativo como al Presidente de Bolivia la urgente convocatoria a un consejo nacional de energía e hidrocarburos como espacio de notables ciudadanos que entiendan a cabalidad los temas relacionados a gas, petróleo, electricidad y energía. En Bolivia hay bastantes técnicos entendidos y muy bien capacitados que bien podrían ser convocados por la dirigencia estatal.
Bueno empecemos el tema: no es nuevo pero es recurrente. Ya están empezando algunas voces a pedir “uso racional de electricidad” lo que de por sí no está mal, pero que refleja tres realidades: 1. la oferta de electricidad está en menor proporción que la demanda. 2. El gas aún no está siendo utilizado como fuente principal de generación eléctrica a través de nuevas termoeléctricas y 3. Urge una reforma del sistema eléctrico boliviano, desde lo técnico hasta su legislación.
El sector industrial disparará los niveles de consumo eléctrico y la baja afluencia de capital externo –o interno- en generación van a hacer crisis en algún momento.
Y volvemos a Venezuela: allá hay racionamiento eléctrico. Resulta inconcebible que en una potencia petrolera con ingresos multimillonarios deba hacer racionamientos de electricidad. Sobre el tema: la Corporación Eléctrica Nacional advierte en el informe correspondiente al primer semestre de este año que va entre 2008 y el primer semestre de 2011, solo se han incorporado 1.590 MV (megavatios) o 11.3 % MV del total ofrecido en el plan 2008-2014 para satisfacer la demanda eléctrica venezolana. Este nivel de potencia en generación que equivale a 11,3% del total ofrecido en el plan de la actual administración estatal venezolana -aliados incondicionales de sus pares bolivianos-, el cual alcanza 13.980 megavatios, al sumar los proyectos de generación eléctrica que entre 2008 y 2014 se comprometieron a realizar Corpoelec, Petróleos de Venezuela y la Siderúrgica del Orinoco.
La analogía entre lo que ocurre en el "socialismo del Siglo XXI" venezolano y Bolivia es muy preocupante. Allá no están pudiendo satisfacer su demanda eléctrica y aqui los problemas están empezando a presentarse.
Muchos empresarios e industriales de todo el país han afirmado que la ausencia de políticas públicas claras relacionadas a energía e hidrocarburos son parte de ese problema: el no atraer inversiones en nueva infraestructura energética son parte del problema.
No hace mucho el presidente de la Cámara de Industrias de La Paz manifestó que el sector industrial del país prevé “una crisis de energía eléctrica a partir del mes de agosto”. Además de otras quejas de otros sectores por falta de oferta de gas industrial. En Tarija ni qué decir.
La clave no está en el racionamiento, que si bien es importante, no es la solución al problema. La clave está en tener una nueva Ley de Hidrocarburos y una nueva Ley de Electricidad. Entre ambos instrumentos promover el ingreso de capitales externos para mayor exploración de gas, mayor certificación de reservas, producción y consecuente construcción e instalación de termoeléctricas con visión de futuro: cubrir mercado interno y exportación a mercados externos. Allí se habrán “matado dos pájaros de un tiro”. Por un lado generar electricidad vía termoeléctricas de gas natural y cubrir demanda interna y por otro lado empezar la exportación de valor agregado de gas como electricidad a mercados circundantes generando mayores divisas que por venta de materia prima.
En ésta época del año las cifras se ponen críticas: tanto en electricidad como en gas natural: la oferta eléctrica y de gas estarán casi “empatadas”. Creció la demanda pero no la oferta. Cualquier economista sabría explicar esto. Cifras más o menos: Bolivia genera electricidad en cerca de 1.081 megavatios (MW) y la demanda in crescendo es 1.030 MW.
Las “reservas” de electricidad deben estar cerca a 100 MW lo que, sin dudas, es muy poco considerando que debieran haber entre 150-250 MW para garantizar crecimiento de industrias, y comercio.
Y la planta de Entre Ríos (Tarija) junto a la generación de “ciclo combinado” de Guaracachi (Santa Cruz) van a “salvar” la demanda, pero la idea es mirar más allá. Y aquí entra en juego El Alto, Cochabamba y Trinidad. Plazas que con termoeléctricas debidamente planificadas podrían cubrir demandas internas y externas. Toda la demanda estará “sostenida” por las plantas Carrasco y Valle Hermoso (Cochabamba) y Kenko (La Paz) con algo así como 150-160 MW.
Una verdadera política pública en energía contemplaría un agresivo plan de infraestructura eléctrica: fabricación, instalación, montaje y puesta en servicio de las unidades de generación eléctrica en base a gas natural, para mercado interno y exportación.
Si no se incorpora al gas como llave central en la concepción de la generación eléctrica boliviana las cosas no marcharán bien. Pero bueno, son ideas a consideración.
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