por Armando Méndez Morales, economista con el grado académico de Magíster en Ciencias Económicas, obtenido con distinción máxima en la Universidad de Chile, es profesor universitario emérito de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz (UMSA) y Miembro de Número de la Academia de Ciencias Económicas de Bolivia.
Entre otros cargos públicos fue Presidente, Vicepresidente y Director del Banco Central de Bolivia. Viceministro de Presupuestos y Contaduría General del Estado, Subsecretario del Tesoro General de la Nación (hoy denominado Viceministro) en dos oportunidades, Subsecretario de Recaudaciones Tributarias (hoy Viceministro), Ministro de Hacienda a.i. Presidente del Banco de la Vivienda S.A.M., Director Ejecutivo del Instituto Nacional de Preinversión y Gerente General del Banco Agrícola. Trabajó en el sector público de Bolivia veinte años. En organismos internacionales, fue Presidente del Directorio Ejecutivo de FONPLATA y miembro titular de los Directorios de la Corporación Andina de Fomento y del Fondo Latinoamericano de Reservas. Asistió a varias reuniones internacionales en representación de Bolivia.
Con fecha 2 de junio del año en curso, el Fondo Monetario Internacional publicó el último informe sobre el comportamiento de la economía boliviana, destacando el adecuado desempeño macroeconómico de los últimos años. Este buen comportamiento tiene su explicación en los muy favorables términos de intercambio, en el aumento de las exportaciones y en una política macroeconómica prudente.
Pasa desapercibido en dicho informe, la baja inversión privada que se da en Bolivia. Para el año 2009 esta habría llegado a ser el 5,4 por ciento del PIB y para el año 2010 probablemente un 7.1 por ciento. El dato correspondiente al año 2009 se lo compara con diez países de la región, donde se concluye que el país ocupa el último lugar. Paraguay y Uruguay superan a Bolivia con una tasa de inversión del orden del diez por ciento, cada uno, y así, sucesivamente, los países superan a Bolivia, siendo Chile el país de más alta inversión privada en la región y con un 19 por ciento.
Hasta ahora el Instituto Nacional de Estadísticas no ha publicado datos sobre el comportamiento de la inversión en Bolivia para los años 2009 ni 2010. Los disponibles se refieren a los años anteriores. Según estos la inversión privada para el periodo 2006 al 2008 habría estado en el orden del 7,2 por ciento de un total privado y público del 15.1 por ciento del PIB, lo cual indica que menos de la mitad de la inversión total del país fue privada.
Seguramente esta inversión privada señalada para los últimos años fundamentalmente estuvo dirigida al sector hidrocarburífero y proviene del extranjero. Según datos que procesa el Banco Central de Bolivia la inversión extranjera representó casi tres puntos porcentuales del PIB para el periodo comentado, lo cual indica que la inversión de los nacionales sólo habría sido algo más del 4 por ciento del PIB en sectores diferentes al hidrocarburífero, monto insignificante si queremos apuntalar al desarrollo económico.
¿Por qué esta baja inversión privada? En el pasado la respuesta habría venido por la falta de ahorro interno, lo cual era cierto. El país tenía que acudir al ahorro externo para invertir montos mayores a su ahorro propio. Sin embargo, desde el año 2004 el ahorro interno empieza a crecer. Ese año el ahorro que dispone el país, tanto interno como externo, alcanzó al 16 por ciento del PIB, conducta que se ha ido incrementando de manera notable hasta llegar a superar al 29 por ciento, el año 2008.
Ese año, en total, inversión pública y privada, habría estado en el orden del 17 por ciento del PIB, por lo que hubo un exceso de ahorro del orden del 11 por ciento. Cabe la pregunta ¿por qué los bolivianos no están invirtiendo lo que están ahorrando?
Volviendo al pasado, en los años ochenta me tocó realizar una investigación sobre oportunidades de inversión en Bolivia. El triste resultado fue que no habían oportunidades de inversión. Esto pareció una paradoja. Pero no es así, cuando se profundiza el tema. Lo que pasa es que en Bolivia no hay sentido de innovación o de creación de algo nuevo. A lo mucho, imitar lo que hacen otros. Pero para hacer esto se requiere gente calificada, empresarios, normas claras y simples que regulen la actividad empresarial y un acentuado relacionamiento con empresarios del exterior, lo cual no existe en Bolivia.
El panorama actual no cambió, por el contrario empeoró. Con seis años de gobierno del Movimiento al Socialismo en los cuales, una vez mas, se juega a la revolución y al socialismo, las condiciones para un vigoroso desarrollo empresarial privado han empeorado. La poca seguridad jurídica que existía ahora ha desaparecido. Cualquier momento, en el campo, los “movimientos sociales” se toman tierras y minas. En la ciudad los que ahorran prefieren mantener estos recursos en forma líquida, “atesoran”, o invierten en la compra de vehículos, de casas y de departamentos, pero no en hacer empresas.
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