martes, 30 de noviembre de 2010

Financiando proyectos de gas

Por Boris Gómez Úzqueda

Es ya tiempo de poner en marcha esa potencialidad boliviana de generar industrias de valor agregado del gas: electricidad con plantas termoeléctricas, diésel sintético (GTL) a partir del gas, nuevos energéticos como el di methil éter, sustitito del GLP y como combustible, úrea, metanol, fertilizantes, petroquímica de segunda generación para plásticos, solventes, pinturas y otros, además de exportación excedentaria de gas modalidad LNG (gas natural licuificado).
Debe concluir el debate insulso que si tenemos menos gas o si nuestras reservas se esfumaron. No es importante. Los mejores especialistas en geología del país me han comentado –y sus análisis son públicos- que Bolivia tiene menos del 20% de su territorio explorado y que con inversión adecuada en perforación exploratoria, se van a encontrar nuevos reservorios que posteriormente serán certificados y aptos para su comercialización. Los contratos con Argentina, Brasil y eventualmente la industrialización (junto con la puesta en marcha del proyecto siderúrgico el Mutún y el mercado interno) estarán garantizados siempre y cuando haya -paralelamente- inversión en exploración para motivar la producción.
Los procesos de exploración – producción e industrialización van de la mano. Varias veces hemos sugerido que el Estado boliviano debe asociarse con capitales externos para –en el marco de una adecuada NPE Nueva Política Energética- financiar ese trípode y reposicionar a Bolivia como centro de distribución de energía del continente. No es un cliché. Los escépticos dudan de la posibilidad de financiar estos procesos.
La solución parte porque la dirigencia política tome decisiones financieras: por un lado movilizar, como capital de aporte del Estado, hasta 6.000 millones de dólares de las RIN –reserva internacional neta- que últimamente está cercana a los 8.500 millones de dólares, comprometer el valor de mercado y en Bolsa de Valores la monetización de hasta 3 TCF (trillón de pies cúbico de gas) de las reservas de gas a certificarse a futuro mediano, aceptar el ofrecimiento del presidente de Asoban que le dijo a los medios que “el sistema financiero privado dispone de cuatro mil millones de dólares para invertir en proyectos estatales de industrialización del litio y los hidrocarburos” y con ese colchón de más de 10.000 millones de dólares asociar a Bolivia con capitales externos para hacer un programa intensivo de exploración, de producción y de industrialización en contratos joint venture.
Para esto se requiere, obviamente, una nueva Ley de Hidrocarburos y un ambiente de estabilidad democrática que garantice la inversión externa.
En esta década debe haber la política del pentágono energético traducida en sus siguientes aristas: exploración de nuevos territorios, producción de líquidos y gas, industrialización en valor agregado para mercados externos, infraestructura social, imprescindible para educación, aeropuertos, carreteras, riego y salud y proyectos en desarrollo de litio y hierro: con energía a bajo coste los proyectos de litio y hierro van a ser mucho más rentables.
Esas aristas van a reconfigurar el mapa del desarrollo nacional, van a generar ingresos por renta y rentabilidad y van a reducr drásticamente la pobreza. No es discurso. Es realidad: el gas es posible de indutrializarlo y convertirlo en medio de lucha contra la marginalidad y pobreza.
FUENTE:http://www.eldeber.com.bo/2010/2010-11-29/vernotacolumnistas.php?id=101128220701

No hay comentarios: