sábado, 27 de febrero de 2010

La última trinchera. Por Joaquin Monasterio Pinckert, ex Ministro de Salud y ex Prefecto de Santa Cruz-Bolivia.


LA ÚLTIMA TRINCHERA
Por: Joaquín Monasterio Pinckert

En su lucha histórica por alcanzar el desarrollo, Bolivia ha transitado por todas las experiencias conocidas en el mundo acerca de modelos económicos y políticos, así como de tipos de gobierno, desde los democráticos hasta los dictatoriales, pasando por los gloriosos años de la Revolución Nacional que permitió los grandes cambios estructurales en los aspectos económico, político y social.

Sin embargo, en pleno siglo XXI, que se caracteriza por ofrecer a la humanidad importantes recursos tecnológicos y la información sobre su uso y aprovechamiento, gracias a la globalización, tan criticada por algunos trasnochados ideólogos de izquierda, los bolivianos ya no estamos para seguir copiando y mal lo que se hace y dice en otros países, o para andar para atrás como el cangrejo.

De ahí que, según lo que nos dicen los análisis basados en encuestas y otros medios de investigación social, hablar de socialismo, comunitarismo o cualquier otro “ismo” que aparezca, no es aceptado por la gran mayoría de mestizos y clases medias urbanas, que constituyen la matriz social de nuestra Nación, y lo que realmente buscan es vivir en paz y en democracia satisfaciendo sus necesidades en armonía con la realidad del nuevo milenio.

Esta definición sencilla pero real, no es aceptada por el gobierno del MAS, que plantea tozudamente un Estado plurinacional que nadie entiende y nos divide, un comunitarismo retrógrado en términos de la evolución de la humanidad y una “descolonización” (a pesar de que hubo una revolución nacional que ya nos descolonizó internamente), pero traducida actualmente en un nuevo colonialismo de corte aimara-incaico sobre el oriente y sur del país, sustentado en una mayoría electoral que en todo caso, como sucede en los sistemas democráticos, no se repetirá por siempre.

En este contexto y sabiendo que la contradicción no será resuelta a corto plazo, la única opción que le queda al pueblo boliviano para alcanzar los objetivos señalados es defender la Autonomía, porque sólo el cambio del Estado centralista por uno que devuelva a las regiones la libertad para administrar sus recursos en beneficio de sus pobladores, especialmente de los más necesitados que son mayoría en todas partes, logrará que alcancemos la meta de la unidad nacional, respetando nuestras identidades culturales y estilos de vida.

Por ello, las elecciones de abril representan un compromiso ineludible para quienes estamos convencidos de la necesidad de consolidar la Autonomía, y no podemos equivocarnos más en la elección de nuestros representantes para conformar los nuevos gobiernos. Los Concejos municipales y las Asambleas departamentales, que deberán elaborar sus Cartas Orgánicas y Estatutos Autonómicos en un difícil proceso de debate y fundamentación, frente a la oficialista Asamblea Legislativa Plurinacional, que aprobará la Ley Marco de Autonomías, se convertirán en la última trinchera para la defensa de la Autonomía y de las formas de producción y reproducción de nuestras modalidades culturales que nos caracterizan como pueblo libre.

Esta realidad nos obliga a elegir a los mejores hombres o mujeres, como concejales y asambleístas, que tengan la experiencia y la fuerza inclaudicable necesarias para defender lo que todos los que asistimos a los Cabildos venimos anhelando: Libertad, Igualdad y Democracia.

Este puede ser, sin duda, el mejor homenaje que los cruceños hagamos a los héroes y mártires de nuestra independencia, en el Bicentenario de la gesta de septiembre de 1.810.

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