domingo, 8 de noviembre de 2009

Reflexiones al final de camino


Por Boris Gómez Úzqueda*

Ya en la recta final de 2009. Si revisamos la hemeroteca de análisis de 2007 y 2008, coincidirán: en el tema hidrocarburos y energía Bolivia continúa en rezago.
Nuestra producción de gas está estancada. No se produce más de 42 MMmcd (millón de metro cúbico). Se destinan: 31 a duras penas a Brasil; 7,7 para Argentina, casi seis para el mercado interno, que necesita mucho más de 10 MMmcd, para generar industria y empleo. No se lograron cumplir con regularidad los 3 de suministro a Cuiabá, mientras que el desabastecimiento-subvención de combustibles en el mercado interno es otra constante.
En tanto crónicamente Bolivia no produzca más gas no habrá mayor producción de líquidos: crudo, condensado y gasolina natural. Cifras más-o-menos señalan el límite de 50.000 bbld (barril día).
A ello agregar desinformación e impericia en el manejo de la cuestión energética y de hidrocarburos de Bolivia llega ya a situaciones insostenibles.
Hasta ahora no hay una certificación técnica internacional de las reservas de gas, mucho menos podríamos creer en las cifras estatales.
El mejor indicador es la calle: los combustibles que utilizamos son importados o subvencionados. El mundo rural o los cinturones de marginalidad de las ciudades siguen cocinando a leña.
De seguir la tendencia de importación de líquidos, baja de producción y desmejoramiento de exploración y explotación, sumado a alejamiento de nuevas oportunidades, alejamiento de inversiones y tecnología, y dependencia de mercados consumidores de materia prima como Brasil y Argentina corremos el riesgo de que Bolivia viva en la paradoja de ser la primera potencia en reservas de gas libre no asociado pero importando combustibles.
Políticamente no importa si dejamos de ser autosuficientes porque la gran masa ciudadana no tiene vehículo ni utiliza electricidad ni GLP, entonces en el gran público marginado de las ciudades éste tema de la “crisis energética” no se va a sentir, porque en Bolivia la gran mayoría es pobre y vive sin las mínimas comodidades del gas de redes, o el GLP, o la electricidad barata o los combustibles. Quienes podrían verse afectados son la clase media, a la que para dar contento seguirán suministrándole combustible venezolano importando, porque van a costear esos desbalances con dineros del Estado.
Al producir menos gas natural para exportar, habrá menos líquidos para mercado interno.
Como Bolivia es un país de vocación esencialmente "gasista", y no así de petróleo, y el producido es de tipo "liviano" de mayor utilización para gasolina y en un segundo lugar de diesel, sucede que el consumo de diesel en el país es alto con relación a la capacidad de producción de crudo y de refino de éste combustible. Cifras más-o-menos Bolivia gastó en 2008 por pago a Venezuela más de 166,5 millones USD por adquirir diesel venezolano a precio internacional para venderlo a precio subvencionado en el mercado interno.No conocemos aún la cifra de 2009. En 2008 Bolivia importó 350000 bbl por mes.
La "falla estructural" del tema radica en que no existe una política de Estado en hidrocarburos.
Se repitió hasta el cansancio: no hay la visión de hacer del gas la llave del suministro interno de combustibles y venta externa de excedentes de valor agregado. Por ello reclamamos siempre una NPE Nueva Política Energética.
Está descuidado el proceso de exploración y naturalmente el de producción, la ausencia de nuevos emprendimientos internacionales en estos rubros ha configurado peligrosos desbalances.
La producción de líquidos -que anteriormente se extraían de campos denominados "en declinación"- hoy se centran casi exclusivamente en campos "nuevos" de gas, con un doble efecto en la producción: la extracción de líquidos depende casi exclusivamente de la producción de gas (de los campos "nuevos"), elevando así niveles de relación de producción entre gas y líquidos. Estamos en la incongruencia de tener que producir mucho más gas para obtener la misma cantidad de líquidos, adicionalmente a la composición de líquidos de campos nuevos que es "más liviana", con el agregado de que no se quiere producri más gas porque no se tienen nuevos mercados donde colocarlos. Es un rompecabezas que debe ser resuelto.
La notoria disminución de procesos exploratorios y de producción siguen estando acompañados por antiguas condiciones de refino.
Datos del INE “certifican” que durante el periodo crítico de la “nacionalización” enero de 2006 y agosto de 2009 las importaciones de combustibles suman 1.400 millones USD. Comparativamente, esa cifra es muchísimo más alta que los 1000 millones USD ofertados por el Estado a ser utilizados por YPFB.
No hay información técnica adecuada, con cifras y datos de inversión, costos y volúmenes esperados a producir en procesos perforatorios adicionales en mega campos (ni en San Alberto, Itaú, Margarita, Incahuasi ni en Sábalo), perjudicando aún más la oferta externa e interna de gas.
Los indicadores señalan que hay claros recortes de la producción de gas por ausencia de nuevos mercados y a constantes caídas en volúmenes exportados a Argentina, principalmente, y al Brasil (caso Cuiabá).
Según anunciaron en 2010 importarán 14 Mmm3d que sería el “mínimo” que requiere el demandante. Pero para que ocurra esto el propio ministro del sector explicó que se espera “resolver un ducto de no más de 40 kilómetros al que hay que aumentarle el diámetro del tubo". Eso requerirá ingeniería, control tecnológico y costos que alguien debe asumirlos.Pero, pareciera que para garantizar la mejora del gasoducto se quiere “casar” o “encadenar” ese proyecto con un nuevo gasoducto a Uruguay. La posibilidad de construir un gasoducto para transportar gas boliviano a Uruguay, y “de paso” a Argentina, no responde a una estrategia de largo plazo
La premisa debiera ser fijar el horizonte en cumplir los 27,7 Mmm3d pactados, resolviendo así la demanda coyuntural argentina que, en años más, seguirá incrementando. Seguiremos “encadenando” a Bolivia a exportar materia prima, cuando debiera pensarse en venta de electricidad excedente generada por gas tanto a Paraguay como a Uruguay.
Además, en tanto los organismos internacionales financien la factibilidad del estudio pasará un buen tiempo como para “madurar” otros proyectos de venta de valor agregado.
No puede haber “lógica” en éstos acuerdos de llevar gas a otros países, meternos en obras de infraestructura energética sin pensar primero en venta de valor agregado en proyectos de largo alcance con nuevos socios y nuevos inversionistas.
No se puede “gatillar” o incentivar el incremento de la producción de gas a costo de seguir exportando materia prima.
Así se va yendo el 2009 sin mucha proyección para 2010.
*Boris Gómez Úzqueda es consultor del sector privado y ejecutivo de una compañía de servicios en energía e hidrocarburos.

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