Todo el mundo recuerda el tiempo allá por los años 2000 donde la comidilla de moda era hablar del gas que en la opinión de los ignaros y los muchos sabios en hidrocarburos aparecidos de la noche a la mañana, éste elemento natural, descubierto en grandes volúmenes en las entrañas del Suroeste de la patria, sería la herramienta mágica para el despegue de Bolivia a la industrialización y que con ello el futuro del pueblo boliviano sería de abundancia y felicidad.
Sobre esa premisa, surgieron en pocos años, cientos de proyectos para usar el gas en la creación de: una gran fábrica de fertilizantes; una gran planta productora de plásticos; una enorme planta extractora de los líquidos del gas para la elaboración de petróleo y gasolina ecológicas; construcción de gasoductos a Uyuni para la industrialización del salar, a Oruro para usar en fundiciones, a La Paz para consumo en la ciudad y su industria; y vender los excedentes gasíferos al Brasil, Argentina y Paraguay. Y se hablaba de que las reservas de gas excedían los 50 trillones matemáticos de metros cúbicos lo que situaban a Bolivia en la segunda potencia gasífera de América; en resumen: la riqueza material del presente comentario representaba para la nación toda, un futuro feliz que beneficiaría al Estado y a sus habitantes y en cuanto a las proyecciones internacionales nos servirá para recuperar una salida soberana al océano Pacífico y situarnos en el contexto latinoamericano como una potencia económica.
Una verdadera borrachera de comentarios especulativos que culminó con la llamada “Guerra del Gas”, pues el sentimiento nacional se opuso radicalmente al proyecto del presidente Sánchez de Lozada por el cual Bolivia construiría un gasoducto a un puerto chileno para abastecerle de este elemento y mediante una factoría de licuefacción exportaría a EEUU el gas licuado; ello representaba y representa una traición al justo anhelo de retornar al mar del pueblo boliviano por lo cual el presidente Sánchez de Lozada fue expectorado del gobierno consecuentemente con su huida a los EEUU.
Hoy es necesario hacer un balance sobre precisamente la gran riqueza gasífera boliviana y sobre su industrialización: La exportación del gas a nuestros principales compradores, luego de un periodo de cumplimiento parcial de los volúmenes contratados, hoy están restringidos al Brasil y más aún a la nación Argentina debido a que la producción total de los campos gasíferos no alcanza para cubrir los montos de exportación contratados, a esto se suma la voluble política gubernamental que no respeta en su integridad los compromisos con nuestros compradores lo cual ha generado tanto en Brasil como en Argentina un clima de susceptibilidad por el cual no pueden confiar en Bolivia como un proveedor de garantía en un asunto fundamental para la industria y el pueblo. De esta manera nuestros mercados se esfuman, y en lo referente a la industrialización no se hizo nada, pues ni siquiera tenemos una planta para la extracción de los líquidos que los regalamos a los compradores y lo que es peor no hay exploración para ubicar nuevos yacimientos. Por todo lo resumido, el futuro de la industrialización y del gas se ha convertido en un espejismo del cual se aprovechan los demagogos.
Un espacio de análisis y debate de la realidad boliviana, desde la perspectiva energética. Energía, Gas, Petróleo para el Desarrollo Económico.
viernes, 24 de julio de 2009
Réquiem para la industrialización del gas boliviano
Por Jaime Liendo
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