viernes, 20 de febrero de 2009

Bolivia y los biocombustibles

Hernán Zeballos H.
El tema biocombustibles, como la mayoría de los temas nacionales, está inmerso en la controversia. Nos movemos entre extremos, o es blanco o es negro, no hay gris, no hay matices y por tanto no hay análisis de los factores a favor y los en contra para adoptar una política inteligente que permita encarar el desarrollo de los biocombustibles como parte de la estrategia económica y productiva.
Un debate reciente, auspiciado por CAINCO e IBCE, puso en manos de los asistentes un documento valioso: “Biocombustibles Sostenibles” (enero 08). Tomaré como fuente este documento, para destacar algunos puntos relevantes sobre la materia.
Una de las técnicas actuales para determinar los efectos positivos o negativos de los biocombustibles sobre el medio ambiente, es el “análisis del ciclo de vida”, la cual requiere tres etapas: I) un inventario de las entradas y salidas del sistema; II) la evaluación de los potenciales impactos ambientales asociados con esas entradas y salidas; III) la interpretación de esos resultados de acuerdo con los objetivos del estudio.
Un estudio de caso, se refiere al “inventario del ciclo de vida de biodiesel y el diesel del petróleo para uso urbano en buses”. Se compara el uso del biodiesel a partir de soya contra el diesel del diesel fósil de petróleo. Resultados: I) el uso del biodiesel de soya al 100% reduce las emisiones totales de CO2 en 78,4% comparado con el uso de diesel fósil; II) el uso del biodiesel B20 (20% de biodiesel puro) permite una reducción del 15,7%.
Un estudio realizado por la UNICAMP de Brasil comparando el uso de maíz para la producción de etanol, gas natural y azúcar de caña, permite reducciones de gases de efecto invernadero en 19%, 28% y 78% respectivamente, por tanto el uso de este biocombustible puede ser muy beneficioso en Latinoamérica, aunque se hace la salvedad de que “se torna totalmente perjudicial si se utiliza tierras inadecuadas, mucho peor que la producción y uso de gasolina”. Vuelvo a reiterar, Bolivia tiene condiciones para producir cantidades significativas de etanol al contar con tierras aptas, productores y equipamiento, para ello cuando menos en dos regiones del país.
Concordante con esta opinión, el estudio en su capítulo “Biocombustibles en Bolivia”, concluye: I) en Bolivia no existe crisis alimentaria, siendo el trigo el único deficitario para cubrir la seguridad alimentaria del país; II) los cultivos de mayor eficiencia que se podría utilizar inmediatamente para bioetanol son la caña de azúcar para bioetanol y para biodiesel, las oleaginosas soya, girasol y macororó; III) se podría producir cultivos o especies nativas con vocación para la producción de biocombustibles, como: remolacha, sorgo dulce, y caña de azúcar para bioetanol; colza, soya, algodón, palma aceitera, macororó, piñón y palmeras nativas como totaí para biodiesel.
Para concluir, ¿qué es lo que está frenando las tremendas posibilidades que tenemos para producir biocombustibles, tanto para el mercado interno, lo cual podría contribuir a diversificar nuestra matriz energética, así como para la exportación? Podemos señalar dos factores. Primero, el fuerte subsidio sobre el diesel y el consumo de gas interno, lo que determina precios bajos de los combustibles de origen fósil que, incluso, estimulan el contrabando hacia todas nuestras fronteras (no hay “puño de hierro” que valga, frente al fuerte incentivo económico). Segundo, una fuerte ideologización que impide aprobar una política integral de biocombustibles, que contemple medidas que establezcan normas e incentiven el uso de los mismos, la investigación y normas necesarias en los campos agrícola e industrial, y el apoyo y garantía para las inversiones necesarias en este campo. La aprobación de una adecuada política permitiría generar empleo, permitir el mejor uso de nuestro territorio y nuestra rica biodiversidad.

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