Por Boris Gómez Úzqueda
Desde 2005 en varias oportunidades hemos estado insistiendo en discutir y encarar proyectos en DME (dimethyl eter), producido a partir de gas natural (entre otros) y que desde los noventa se viene usando en productos como Aerosol, o alternativo al GLP o Diesel (en proyección desde 2010 en mercados emergentes), y para que sea tomado en cuenta como parte de un gran proyecto que responda a una nueva visión de país centro-energético.
Y lógicamente la frenética búsqueda del DME como combustible alternativo y limpio es porque los precios del barril de petróleo están en picos inalcanzables y agotando reservas de combustibles fósiles a nivel global.
Para Bolivia es tiempo, ahora de pensar en positivo, de lo que una seria política energética podría redundar en beneficio para el país, con por ejemplo un esquema de industrialización de gas en valor agregado apuntando a suministrar DME en mercados asiáticos.
Obviamente los incrédulos y pesimistas nunca faltan. Ni antes ni ahora. No creen en que Bolivia, con la adecuada capacidad de inversión en exploración para incrementar adecuadamente reservas, cumplir con contratos del mercado externo, cumplir con suministro interno y encarar un programa de industrialización, en petroquímica, DME y GLT (conversión de gas a combustibles líquidos como diesel), además de LNG (exportación de gas exedentario tipo licuificado)… es posible siempre y cuando haya voluntad, climas de certidumbre y democracia para que los inversores vengan con reglas claras.
Los estudios y la vocación de países industrializados por encontrar alternativas a energías fósiles los obliga a pensar en nuevas fuentes que motoricen el desarrollo, siendo así el DME estará utilizado para generación de electricidad y combustible, producido a partir del gas porque si bien es cierto que puede ser derivado del carbón, en China, uno de los máximos consumidores de DME del mundo, prohibió el carbón como fuente de DME, dándonos a los países productores –y con reservas de gas importantes- la oportunidad de especializarnos y atacar esos nichos de mercado crecientes de nuevos combustibles. Es transportable en logística que responde a necesidades de mercado. El costo de DME puede ser económicamente viable cuando más o menos 1,8 toneladas de dimetil éter puede sustituir a 1 tonelada de diesel en promedio.
El mercado más grande para el DME es Asia, donde la capacidad aumentó de forma sostenida y seguirá creciendo con nuevas plantas para producción de combustibles.
Ya hemos sugerido fórmulas para empezar a discutir adecuadamente la industrialización de gas. Necesitamos un nuevo marco normativo, una nueva ley de hidrocarburos que garantice atracción de inversiones, alejada de chauvinismos, de pseudoproyectos comunistoides de "nacionalización" y que técnicamente se instale en el país un verdadero grupo de compañías y consultores en DME, que visto fríamente es un energético que en breve plazo estará en sus niveles de producción y consumo que superarán expectativas. Hasta que ello ocurra podríamos ir tomando la delantera ¿no? en investigación, desarrollo, atracción de capitales y proyección, de manera de "ganar tiempo" a ésta carrera por encontrar nuevos energéticos que van a mover el mundo.
Los planes onstream (plantas programadas para producir) en Japón, Irán, Nueva Guinea y otros países se encuentran actualmente están avanzando con un único fin: buscar países suplidores de gas para producir DME y en esa dinámica van a transportar gas desde cualquier parte del globo. Lo bueno sería, entonces, venderles valor agregado, directamente DME. Bolivia, con adecuadas inversiones, puede llegar a encontrar quizá más de 100 TCF de reservas. Mismas que, en porción adecuada, podrían destinarse a la industria del DME.
¿Por qué no ir proyectando, investigando y desarrollando planes de venta de DME a consumidores asiáticos? Estaríamos dando un paso adelante en el desarrollo de la industria energética latinoamericana.
La clave para países como Bolivia, que tienen reservas de gas (la fabricación de DME no toma mucho volúmen de gas, comparativamente con los volúmenes requeridos para un negocio de LNG) es en apurar proyectos de logística, de transporte y de inversión en plantas porque en China se van a necesitar –alrededor de 2012-2015- un mínimo de 11 millones Tn (toneladas), más aún ahora que tienen restringida la producción de DME a partir de carbón, entonces tendrán que echar mano del gas natural, y esa demanda estará dirigida exclusivamente a utilización como combustible doméstico, al margen del DME requerido para transporte, o generación de electricidad o industria petroquímica.
Sólo como noticia, mientras aquí tenemos una dirigencia estatal empeñada en quebrar el aparato productivo, tras haber liquidado a la industria energética boliviana, la industria del DME avanza en el mundo: en Egipto se encarará un proyecto (para capacidad de 200000 toneladas de DME por año) dado que ese país es un importante importador de GLP, entonces el DME producido será mezclado para suministro interno de GLP para uso domiciliario disminuyendo la dependencia de importaciones de GLP. Si bien el mercado de DME en la mezcla de GLP para uso doméstico es grande, se están desarrollando aplicaciones para DME como sustituto de diesel para el transporte, sobre todo en Japón.
Recientemente en California el mítico gobernador Arnold Schwarzenegger suscribió una importante legislación para financiación del DME y otros combustibles para el transporte limpio, (Alternative Fuels and Vehicle Technologies Assembly Bill -Ley AB 118) priorizando para que ese Estado norteamericano realice inversiones significativas en nuevos combustibles, ofreciendo subvenciones y préstamos rotatorios y proyectos de empresas, asociaciones público-privadas, que investiguen y promocionen nuevas tecnologías de vehículos. Además de propiciar para que consumidores y académicos de Instituciones busquen en el DME el desarrollo de combustibles alternativos y motores de vehículos para ayudar a California a estar a tono con políticas de cambio climático y principalmente para reducir la dependencia de California del petróleo. Eso es política de Estado: empujar desde organismos gubernamentales a la investigación, y desarrollo.
Éste tipo de emprendimientos van a generar dinero contra la pobreza y nuestro crecimiento, siempre y cuando llevemos el mismo con adecuadas estructuras societarias en donde participe el Estado en condiciones de competitividad y con mentalidad de negocios globales a escala.
En cambio aquí: la dirigencia estatal cambia de presidentes de YPFB cada rato, no tienen una política de Estado en hidrocarburos y piensan que su "nacionalización" es el ombligo del mundo. Nada más falso.
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