DEL BIEN COMÚN Y LA POLÍTICA, por ex Canciller Guillermo Bedregal Gutierrez

Este año 2008 parece que ha nacido con pocos buenos augurios. La política de nuestro aldeanismo histórico parece imponerse y al hacerlo genera tensiones, violencias, irracionalismo como antesala de pasiones fraticidas.
Odio y resentimiento, simulación y embuste, parecen adormecer y finalmente estrangular el innato sentimiento del ser humano por la bondad y la convivencia que nos liga como valores humanos permanentes.
Se hace política; pero de la mezquina plagada de pequeñeces y voluntarismo. Se olvida que la política verdaderamente humana es la práctica que realiza y vive la existencia de uno con los demás; es aquella actividad que organiza racionalmente la convivencia sobre la base del Bien Común. Hay que apartar la política negativa, en la cual sólo prima su función de árbitro en la valoración de problemas y conflictos. Por amor de Dios, la política no se reduce exclusivamente a una función técnica de resolución de problemas, sino que conlleva la búsqueda común de los fines o bienes a los que aspira una sociedad humana: la justicia, la paz, el bienestar económico eso es el Bien Común. Se trata de un principio cohesionador, simplificador de un grupo humano de orden social.
Los orígenes de este concepto lo encontramos en la filosofia política clásica griega y romana y también en ciertos principios de convivencia de los pueblos precolombinos (aymaras, quechuas).
Con la Revolución del Cristianismo, el pensamiento político medieval y escolástico se adentra más profundamente en lo teórico y sistémico. Ahí están los aportes de Tomas de Aquino y de los clásicos españoles del Derecho Natural: Francisco Vitoria, Domingo de Soto, Francisco Suárez y otros teólogos y filósofos de la historia moral.
La expresión “Bien Común” fue vaciándose del contenido a partir de los planteamientos políticos y morales de la modernidad. Su uso presuponía una concepción antropológica transcendental y ello resultaba impertinente dentro del proceso de positivización de la política de los últimos siglos. En la actualidad se han ido consolidando en su lugar, para expresar la finalidad de los políticos, otras expresiones como “interés general”, “interés publico” o “interés popular” que parecen ser asépticos y fáciles de manejar. Pero esas expresiones ¿Hacen referencia real a lo político en el hombre? ¿Podemos seguir hablando del Bien Común en la política? ¿Realmente se ha conseguido eliminar el uso y la función de ese concepto? ¿Es posible hablar de la política o entenderla sin un fundamento en el Bien Común?
Debemos acercarnos a la reflexión sobre la naturaleza de la política entendida como actividad constitutivamente humana. Hay que mostrar, a su vez, el carácter teológico (finalista) de la actividad política, materializada en la noción del Bien Común, en contraposición a las interpretaciones que hacen de la política un mero instrumento técnico de resolución de problemas sociales. Hay que conocer y reflexionar sobre todos los presupuestos antropológicos que hacen posible la política: la sociabilidad y la dignidad humana; también aquellos elementos esenciales como el pluralismo político, la autoridad, el poder, la justicia, el derecho o el propio Bien Común. Finalmente hay que explicar la relación existente entre persona y Bien Común para teorizar históricamente la esencia de lo que es y deber ser el Bien Común y la Política en Bolivia y en nuestro tiempo.
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