Bolivia: en las puertas del aberno?, por Boris Gómez Úzqueda

Francamente resulta vergonzoso describir los hechos que están ocurriendo Bolivia y exponer aventurados análisis de descenlaces que muchos baticinan: la guerra civil interna. Resulta vergonzoso que el mundo nos mire a través de un clic de los ordenadores cuando apenas se tope con alguna/que/otra noticia de lo que ocurre en éste -irónicamente- paraíso terrenal hoy bajo dominio de un régimen socialista marionetizado desde Miraflores Caracas.
Y más que la verguenza es el miedo. Varios sectores ciudadanos ya están empezando a temer acciones de violentos grupos fundamentalistas afines a la dirigencia estatal boliviana que -degollando perros, amedrentando a ciudadanos y esparciendo un mensaje de odio y persecución- hace patente un "nuevo estilo" de hacer política: la desaparición del oponente. En Sucre los dias violentos previos, con muerte y sangre, son prueba de hasta donde va a llegar la ambicion reeleccionista.
Dios no permita que en nuestra bendita patria haya una guerra civil. Dadas las características de pobreza que existen en el país, se liquidaría el último remanente de Estado que aún respira forzadamente y se liquidaría, quizá para siempre, nuestra capacidad de erigir una industria en hidrocarburos y energia porque se postraría al país en un abismo tan profundo -justo en el medio del Continente- que nadie pondría la mirada en éste lado del mundo.
¿Quien pondra inversiones en hidrocarburos en un pais con guerra civil ? Nadie.
Nuestros jubilados y ancianos que recuentan sus días añorando la Bolivia democrática y participativa de la que les tocó vivir no pueden entender cómo fue que llegamos a ésto. La respuesta es sencilla y está ya desenmascarada: el odio y el resentiemiento de un grupo elititario que -vía democrática que hoy desconocen- ascendieron al mando del Estado y a partir de allí, siguiendo precisas instrucciones foráneas, empezaron a matar -literalmente- a la institucionalidad del Estado boliviano.
Primero se la tomaron contra la justicia, luego contra la Iglesia, después contra la prensa, contra los empresarios inversores y ahora con aquellos ciudadanos que no somos parte de sus lógicas de disgregación étnica. Quieren el establecimiento de un régimen comunista que perpetue la pobreza y que privilegie la colonización de Bolivia por parte del fundamentalismo de Irán y de los buenos negocios de Venezuela, cuyo presidente no le conviene que Bolivia desarrolle sus reservas de gas estratégicas para la region que definitivamente competirían los buenos ingresos venezolanos.
Y para sembrar el caos y la anarquía como marco de un Estado pobre y manejado por un títere mayor, están cumpliendo su papel al pié de la letra: convocaron una asamblea constituyente para redactar una constitución para perpetuarse en el poder vía maquillajes pseudemocráticos, establecer un mando único por sobre los medios de producción, crear el país indígena marxista y expulsar a capitales y a democrátas, a religiosos y a clases sociales que no comparten su visión perversa de la historia. Odian lo moderno, pregonan que las piedras tienen sexo, que la hoja de coca puede reemplazar los alimentos, que hay que "descolonizar" la educación de raíces europeas, odian la religión y por supuesto odian el internet, la globalidad y desprestigian la visión moderna de la historia: quieren poner de rodillas al pueblo boliviano resurgiendo un imperio indígena socialista comunitario liquidado hace quinientos años en donde habían castas y no había democracia. Quieren aplastar la individualidad pujante por la mediocridad colectiva.
Estamos metidos en éste salvaje tren que busca aplastar a todos. La esperanza de la mayoría del pueblo boliviano están en los pueblos y sus respectivos gobernadores que la dirigencia estatal llama "opositores", cuando en verdad es la propia dirigencia estatal la única opositora al pueblo: no hay combustibles, no hay electricidad, hay inflación, no hay alimentos y la pobreza incrementó notablemente. Los gobernadores y los pueblos de Santa Cruz, Tarija, Pando, Cochabamba y Beni y ahora Sucre se plantaron fírmemente para impedir que prospere el proyecto político socialista-indigenista: no permitir'an -por mandato de cabildos ciudadanos- una Constitución que destroce Bolivia, sus instituciones democráticas y su capacidad (como siempre hubo) de vivir en inclusión y armonía.
Por ello la queja internacional para que se mire éste lado convulso de América Latina que con democracia y gobernabilidad bien puede ser el gran centro distribuidor de energía que tanto requiere el Continente. Por ello el clamor: para que la comunidad internacional vea el grado de salvajismo extremo que se permite desde la dirigencia estatal en imponer una cosmovisión que está ampliamente superada por la inclusión, la democracia y la modernidad de la globalidad.
La solución es sencilla: debe imponerse la Democracia continental ante el atropello
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