El anquilosamiento en el poder trae consigo corrupción, ineficiencia, vulneración del derecho de las personas a opinar, disentir, a disponer de sus bienes, a poseer nuevos, a decidir la forma de educación de sus descendientes, a transitar libremente dentro y fuera del país, en fin, trae aparejada una suerte de dictadura disfrazada de legalidad porque no sólo se consolidan nomenclaturas corruptas, también, presidencias vitalicias precedidas de fraude electoral
Para el MAS es cuestión de Estado lograr que la nueva CPE contemple la posibilidad de reelección indefinida de Evo Morales. Ya en función de gobierno, confesaron su intención de no dejar el poder ahora que, según dijeron, lo recuperaron después de 500 años de opresión. Muletilla absurda que es utilizada como ardid para urdir un plan que tiene ribetes caribeños y que está dirigido a encumbrar “de por vida” en la Primera Magistratura al actual Presidente. Con seguridad que la propaganda oficialista trae ese propósito, porque recién así se explica los intentos de los operadores del gobierno de elevar el rostro, nombre y figura presidencial a límites casi celestiales. Sucede lo mismo en Cuba y Venezuela y sucederá pronto en Ecuador y quizá Nicaragua. Por lo tanto, ahora sí se entiende aquello de la reelección indefinida, porque es más fácil trabajar en esa línea cuando la propaganda que se escucha, se observa y se lee y cuando los discursos gubernamentales de todo rango terminan, todos, por endiosar la figura del Sr. Presidente. No nos olvidemos que para Don David Choquehuanca, nuestro singular y simpático Canciller, la humanidad debe cuidar y proteger a Evo porque es el único hombre que podrá y logrará salvar al mundo del imperialismo salvaje, se entiende, ejerciendo el poder indefinidamente, cuando el mundo de hoy abraza con más énfasis los postulados liberales que mandan respetar la libre iniciativa, los derechos constitucionales de las personas y el Estado de Derecho frente al avasallamiento y conculcación de las libertades ciudadanas por parte de gobiernos que pretenden perpetuarse en el poder. Únicamente con libertad plena se desarrolla y prospera y créalo, es altamente peligroso cuando la vanidad, el ego y la idolatría pasan a constituir el sostén de una gestión gubernamental y se tornan en elementos de primera línea en el discurso público de quienes administran los bienes y rentas públicas.
Sólo Simón Bolívar estableció la presidencia vitalicia en la Constitución de 1826, hecho acontecido hace 181 años atrás y que tuvo una vigencia muy corta hasta la promulgación de la Constitución de 1831 que impuso el periodo constitucional de 4 años.
Bolívar, --de quien cree ser descendiente directo el dictador venezolano Hugo Chávez--, en su Discurso al Congreso Constituyente dijo a tiempo de sustentar la presidencia vitalicia: “El Presidente de la República viene a ser en nuestra Constitución como el Sol que, firme en su centro, da vida al Universo”. Estas palabras me recuerdan a Choquehuanca y me hacen ver, por ejemplo, la línea que sigue la reforma constitucional aprobada esta semana en Venezuela por la Asamblea Nacional a favor de Chávez, a quien se le facultó, entre otras cosas, la reelección indefinida en periodos presidenciales de siete años, a remover personalmente a su vicepresidente y se creó un Poder Popular proveniente de grupos humanos organizados (similares a los movimientos sociales del MAS que en su propuesta debe convertirse en el Cuarto Poder) tal como si se tratara de un Órgano del Estado similar al Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Las coincidencias son claras. En la Constitución de 1826 se asignó una especie de reinado presidencial indefinido, de por vida, que incluso llegó al extremo de facultar al Presidente a que sea quien nombre al Vicepresidente. Chávez, como vemos, anda en esa lógica, ¡quiere emular la Constitución de 1826 de Simón Bolívar!. En nuestro país, el colchón para sustentar e introducir lo que se está haciendo en Venezuela (falta saber qué pasará en el referéndum y si se consumará el fraude electoral montado por los boinas rojas con las mismas computadoras que fueron enviadas a Bolivia para hacer la doble carnetización según denuncias documentadas efectuadas por la Diputada Ninoska Lazarte) pasa indudablemente por legalizar la reelección indefinida, lo que hizo Bolívar en 1826, lo que está logrando Chávez en Venezuela y lo que consiguió Castro desde 1959 en Cuba.
Pues bien, el solo hecho de que una persona sugiera la constitucionalización de la “Presidencia de por vida” o la reelección indefinida y, lo que es peor, que un Presidente en ejercicio de sus funciones busque introducir en el texto constitucional la permisibilidad para que pueda ser reelegido indefinidamente, demuestra un grado de irrespeto hacia los pilares que sustentan un sistema democrático que exige alternabilidad en el poder e introduce una alta dosis de menosprecio a los ciudadanos de un país, a sus instituciones, al orden legalmente establecido y al derecho a vivir en paz.
El anquilosamiento en el poder trae consigo corrupción, ineficiencia, vulneración del derecho de las personas a opinar, disentir, a disponer de sus bienes, a poseer nuevos, a decidir la forma de educación de sus descendientes, a transitar libremente dentro y fuera del país, en fin, trae aparejada una suerte de dictadura disfrazada de legalidad porque no sólo se consolidan nomenclaturas corruptas, también, presidencias vitalicias precedidas de fraude electoral y eso, muchachos del MAS, no estamos dispuestos a permitírselos.
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martes, 30 de octubre de 2007
Presidencia de por vida, por Cayo Salinas
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