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Hace poco un alto funcionario del ultraconservador Gobierno islámico iraní visitó Bolivia, cuyo país tiene serios cuestionamientos, está envuelto en líos de fabricación de armas de destrucción masiva y se halla bajo permanente sospecha de incitar al miedo. Vino a expresar a los dirigentes estatales ‘apoyo a la revolución’ y a ‘no temer represalias de Estados Unidos’.Además de otros consejos que los dirigentes bolivianos recibieron en privado de los enviados de ese país –parte de la ‘troika’ con Venezuela y Cuba–, suscribieron una ‘carta de intenciones’ para “fortalecer relaciones políticas, sociales, económicas y energéticas”, a fin de ‘apoyar’ a Bolivia en la “transformación de recursos energéticos, con el objeto de que el país deje de ser simple productor y exportador de materia prima”. Paralelamente, en Teherán, el canciller boliviano suscribió otro acuerdo de ‘entendimiento mutuo’.
¿Qué habrá entre manos? Lindo fuera si es apoyo real. Con el perdón de mis amigos lectores, tengo dudas. El petróleo ha sido la industria principal de Irán desde los años 20. Entiendo que, en algún momento de su historia, notaron la importancia de hacer negocios con el exterior. Se abrieron, aunque la guerra con su vecino Irak fue otro golpe duro. Ofrecen una ‘alianza’, pero su compañía estatal es responsable de todas las actividades ‘upstream/downstream’ del negocio energético.
Presumo que Irán, con sus reservas de más de 130 mil millones de barriles de petróleo (13% del mundo) y más de 260 TCF de gas (18% mundial), es una potencia energética global con proyectos de negocios de largo plazo con prioridad en su área de influencia. Con Venezuela tienen similar trato de amistad, aunque a Irán, lógicamente, le importa mucho más el país caribeño, porque aparte de compartir membresía en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) tienen un proyecto político contra Estados Unidos.
La República islámica –segundo productor de petróleo más grande de la OPEP– tiene –a mi gusto– responsabilidades económicas más serias que andar en ‘alianzas’ con Bolivia: el control estatal teocrático de su economía no tiene muy contento al pueblo iraní, con una calidad de vida que siempre es objeto de cuestionamientos (crecieron un 5% en 2006, cifra que no es buena dada su condición de exportador petrolero a gran escala), los precios del barril les permitieron el ahorro de reservas internacionales por valor de 60 mil millones de dólares, no superan su alto desempleo (15%) y el 40% de su población está por debajo de la línea de pobreza. Además, ¡tienen inflación!
Seguramente tienen mucho qué pensar en cuestión de negocios de suministro y satisfacción de demanda creciente de condensados; en consecuencia, la inversión en el sector petrolero –entre sus políticas domésticas– es de absoluta prioridad. Por tanto y en lo concreto, no se entiende cuál puede ser el interés en un país gasífero como Bolivia, que está al otro lado del mundo y en conflicto, a tal punto de que la industria energética boliviana estará paralizada desde hace un buen tiempo. Salvo que esté equivocado, veremos si los riales (moneda iraní) empiezan a fluir para mover proyectos de industrialización de gas boliviano.
De que tienen experiencia y conocen el sector petrolero y gasífero, nadie lo duda, pero dedicar el 2,5% del PIB a asuntos militares y cambiar un dólar por casi 10 mil riales muestran que el manejo económico en ese país no es de los mejores. Pero eso sí: su Presidente gusta dar palo al mundo occidental y a Estados Unidos. He ahí nuestro ‘aliado estratégico’.
* Máster en Administración de Empresas
1 comentario:
Excelente Blog, felicidades!
Hay que promocionarlo continuamente.
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