Por: Boris Gómez Uzqueda *
Hay una severa crisis energética atizada por la falta de planificación, la carencia de políticas públicas y porque la dirigencia estatal se deja llevar por un ‘ideario’ maligno de alguna izquierda antidemocrática.
Por ello –y al borde del ataque de nervios– anunciaron una apresurada ‘estrategia’ en busca de nuevos mercados (¿incluirán a Chile, cuando en 2003 se opusieron a rajatabla a no sólo venderle gas, sino que también se opusieron a la instalación del ducto que conduciría ese energético a una planta para exportar gas licuificado a México y EEUU, un negocio que hubiera sido importante para el país?) y la intención de viajar en agosto a Qatar, Argelia, Libia, Irán y Rusia con el propósito de buscar socios estratégicos para la estatal petrolera. ¿Será planificada o será propaganda? ¿Por qué a esos países que tienen serios cuestionamientos por su carencia o debilidad democrática?
Y lo peor de todo, en el continente, Bolivia es la principal suministradora de gas y es considerada una ‘potencia’ en futuros negocios energéticos. Es muy grave ser dueño de las monedas de oro, tenerlas escondidas en el cofre bajo tierra y no poder comprar el pan de cada día. No pueden atender la casa. Hay colas por GLP, no hay combustibles, el gas para industrias está escaso, y ya varias de éstas en el occidente del país no arrancan por ello, pero la dirigencia estatal sigue dándole a la lucha ‘ideológica’ y promoviendo el ‘odio de clases’, superado con la ‘alianza de clases’ desde la revolución social de 1952.
¿Y la batalla contra la pobreza en la que la mayoría de los bolivianos se debate día a día? Nada de eso. La guerra principal que persigue la dirigencia estatal es contra la modernidad, la democracia, la productividad y las inversiones, por ello el desafecto marcado y cerrado contra el empresariado, contra el emprendedor –sea pequeño o grande–, y hasta la fecha no tenemos noticias de que haya un megaproyecto de instalación de por lo menos un millón de conexiones de gas a domicilio y a pequeñas industrias en El Alto, en Tarija, en Santa Cruz y en otras ciudades para paliar el desempleo. En Tarija, dueña del 87% de las reservas de gas, no hay energía, y como la dirigencia estatal es contraria a esa región, no hay planes de inversión para mejorar su infraestructura energética.
El ambiente caldeado de inseguridad política no es propicio para que, haciendo cálculos mínimos y sólo para satisfacer la demanda comprometida de contratos con el extranjero, operadoras petroleras multinacionales que aún tienen negocios en Bolivia inviertan (más de $us 2.500 millones en desarrollo de campos, perforación, exploración, infraestructura de plantas, ductos y ramales, logística de transporte y almacenamiento, mejoramiento, modernización y en todo caso inversiones en nuevas plantas de refino), para tímidamente querer recuperar no sólo la alicaída imagen del país, sino también cumplir compromisos de venta de gas al exterior.
Ni hablar de desarrollo de grandes negocios que en un periodo de diez años debiera darse (plantas de generación de electricidad a gas, de petroquímica, de urea, venta de electricidad a países del vecindario, o exportación de gas licuificado, conversión de gas a líquidos –GTL– o promoción de la naciente industria del DME –‘di metil éter’– a partir del gas natural). Ni soñar.
En ese escenario de alta inversión, se requiere un país de alta estabilidad política. Así ‘marcha’ la ‘nacionalización’ de hidrocarburos, sin energía para generar empleos.
FUENTE: www.eldeber.com.bo/2007/2007-07-17/vernota.php?id=3699
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