miércoles, 19 de mayo de 2010

Otro año de la "Nacionalización" de Hidrocarburos

Por Boris Gómez Úzqueda
Y van 4 años. Lo raro de éste tema es que en todo este tiempo la mayoría parlamentaria oficialista no haya logrado consensuar ni sancionar una Ley de Hidrocarburos que refleje una NPE Nueva Política Energética moderna, técnica, global y atractiva de inversiones multinacionales.
Me adscribo plenamente a las palabras del Presidente de Colombia, que con relación a las nacionalizaciones, se expresó indicando “… temo que en aquellas economías latinoamericanas que vienen anulando la inversión les esperan derrotas sociales enormes. El mundo ha demostrado que cuando se anula la iniciativa privada, se anula la investigación, se 'aperezan' los pueblos, se destruye la gerencia, se elimina la creatividad la laboriosidad…” (cf. http://www.elespectador.com/noticias/nacional/articulo201124-uribe-rcitica-chavez-y-evo-nacionalizaciones )
Más allá de las críticas de que si funcionó –o no- el modelo denominado “nacionalización”, lo que no fue es constituirse en una Public Policy que abra a Bolivia a los sedientos mercados energéticos. En economías globales de integración no existe la posibilidad de economías “nacionalistas” sin participación internacional.
Si bien es cierto hay “mayores ingresos” al TGN, no existe una real participación del Estado boliviano (de YPFB) en proyectos que generen rentabilidad. En negocios energéticos es mejor “rentabilidad” que “renta” (regalías, participaciones estatales, IDH y todo el goverment take). Con relación al IDH, puntualmente, es producto de una Ley que no fue elaborada en ésta administración estatal. Y el aumento de ingresos para las arcas del Estado es obvio: altos precios del barril de petróleo en el mercado internacional. Lo importante sería que todo ese ingreso por hidrocarburos sea correctamente direccionado a proyectos de infraestructura en servicios básicos, carreteras, aeródromos, salud y educación; además de direccionar una parte de esos ingresos a plantas de industrialización de gas. Junto con las RIN –reservas internacionales netas- Bolivia podría apalancar proyectos de escala.
El autoabastecimiento interno está prácticamente roto. Hay importación de diesel venezolano, de GLP y de combustibles que anteriormente se producían holgadamente en el país. Internamente Bolivia ya debiera estar requiriendo 8 Mmm3d (millón de metro cúbico diario) pero es sabido que hay déficit de oferta. Las críticas y quejas de los industriales de Cochabamba y de El Alto, con relación a éste tema, son permanentes. Hubo desabastecimiento –entre otras cosas- porque tampoco hubo inversión significativa en downstream (refinación, logística y distribución).
La producción de líquidos (gasolina, diesel y Gas Licuado de Petróleo (GLP), no repunta desde 2005, porque no hubo capitales externos que encaren la actividad de upstream (exploración y producción). Se llegó a producir aprox 47.700 barriles de petróleo, menos de los niveles históricos de producción. En GLP aprox 72O TN (toneladas) contra las 1.237 TN producidas en 2002.
En gas natural se producía casi 40 Mmm3d y ahora se está en menos de 35 Mmm3d. Lo real sería que la producción ya alcance, para los niveles de exportación, consumo interno, nuevos proyectos y otras perspectivas cerca de 75-80 Mmm3d. Hubo problemas de abastecimiento a Brasil (que requiere 30 Mmm3d), de igual forma problemas con el abastecimiento de gas a Cuiabá (más o menos 3.2 Mmm3d). Si no hubiera sido la addenda con Argentina, no se hubiera podido cumplir los volúmenes comprometidos (proyecciones de llegar hasta 27.7 Mmm3d en plazo extendido).
No hubo incremento en exploración de nuevas áreas. Ni fomento a inversiones en refino, transporte ni en industrialización. Al no haber mayores y nuevas inversiones multinacionales, particularmente, ni nacionales, en exploración, producción y desarrollo de nuevos reservorios, y al haber menos pozos perforados hay desequilibrios en oferta/demanda de gas. Y no hay posibilidad de establecer nuevos mercados demandantes.
Con relación a la “industrialización”, la “nacionalización” aún no dio la respuesta a la esperanza boliviana: el gas convenientemente industrializado será el “producto estrella” de exportación boliviana: a partir de darle valor agregado al gas en electricidad, en plásticos en nuevos combustibles (como diesel y dimetil éter a partir de transformación del gas en procesos GTL), como metanol, urea, sales y fertilizantes y toda la gama de petroquímica (de nueva tecnología a partir del metano), se podrá pensar en una Bolivia exportadora de energía (productos de valor agregado).
Aún no se logra que el gas sea “llave” contra la pobreza. Y con las nacionalizaciones de las compañías eléctricas, sería importante que el Estado diseñe y muestre su plan de extensión de cobertura eléctrica vía generación de gas (proyectos termoeléctricos).
Esperemos no ocurra a Bolivia lo de Venezuela: de ser una de las primeras potencias productoras de crudo tiene cortes de electricidad. Ojalá que Bolivia, la “Kuwait latinoamericana” por sus reservas de gas no sufra racionamiento ni crisis energética. Por falta de una matriz energética coherente.
Los negocios en energía son –con todo y sus ciclos- favorables dados la crisis de electricidad, gas y combustibles que vive el continente, y la permanente demanda por energía, para el crecimiento industrial, aun cuando haya procesos de importación de LNG (gas natural licuificado) como en Chile o Brasil. Esos países seguirán requiriendo energía boliviana.
En el mundo, y en América Latina, hay nuevas iniciativas e inversiones en industrias petroquímicas. Para el gas boliviano habría mercado para plásticos en Brasil, Chile y fundamentalmente en el Asia, y además demanda de polietileno. No es raro ni extraño pensar en que –en algún momento- el Chaco boliviano bien pudiera ser la "capital del plástico de América Latina" y que Puerto Suárez y el puerto del Pacífico que se vaya a utilizar en exportación de gas excedentario vía LNG y en donde se va a instalar la planta de licuefacción de gas son propicios e indicados para inversiones en industrias de petroquímica de nueva tecnología a partir del etano/metano.
Las tareas urgentes que se imponen en una NPE son incrementar financiamiento en exploración de nuevos territorios; certificar comercialidad de nuevos reservorios, desarrollar inversiones en perforación y explotación, buscar y consolidar otros mercados con construcción de nueva infraestructura como refinerías y gasoductos, industrializar el gas, en ambientes de certidumbre y con nueva visión. Hemos sugerido un “modelo de cohabitación” entre la “nacionalización” y los nuevos proyectos de industrialización de gas a escala con participación financiera internacional multinacional.
El criterio es dejar de ser un país exportador de materia prima, y con la industrialización que prometió la nacionalización, empezar a exportar valor agregado en energía.
Para ello sería importante que se constituya a un Consejo Nacional de Energía e Hidrocarburos en la que todos los sectores privados, sociales y académicos diseñen una propuesta de Política Energética con su respectiva legislación para volver a abrir el país a la inversión internacional y al desarrollo contra la pobreza.

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