domingo, 27 de septiembre de 2009

Oferta electoral: Nueva Constitución, nueva Ley de Hidrocarburos e industrialización


Por Boris Gómez Úzqueda

Los ejes temáticos centrales en la arquitectura legislativa, normativa y regulatoria de un Estado moderno, en cuanto se refiere a energía e hidrocarburos, tienen que ver con: una Constitución moderna, ágil, adecuada a los tiempos globales, una nueva Ley de Hidrocarburos, y Energía, una Ley de Electricidad y una Ley de Biocombustibles y Energías Alternativas.
Un marco legal que sea atractivo y complementario con las inversiones multinacionales.
La Constitución va a dar el marco general: Bolivia acepta contratos de riesgo compartido en negocios nuevos de exploración de nuevas áreas, de explotación de nuevos reservorios y de negocios de comercialización de gas con otros mercados, adicionalmente acepta contratos de riesgo compartido en todas las iniciativas de industrialización a escala de gas.
La nueva Ley de Hidrocarburos será más específica modelando el diseño de país atractivo en inversiones que queremos ser. Debe haber, evidentemente, un acápite especializado a “industrialización” como prioridad para nuevos negocios entre el Estado y compañías multinacionales. Debe establecer el marco de lo que son los ejes del desarrollo de nuevas reservas de gas para valor agregado: gas a líquidos (diésel), gas a electricidad, gas a petroquímica de segunda generación, gas a fertilizantes y úrea, gas a nuevos energéticos como dimetil éter, gas excedente para exportación vía LNG.
Deben intervenir con voz y voto las regiones productoras de hidrocarburos. El gran co-ejecutor de una política de energía y de la industrialización a nombre del Estado debe ser Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), a cargo de subsidiarias especializadas para cada iniciativa (ejemplo, una subsidiaria para la producción de gas a líquidos).
Por ello la nueva Constitución a discutir, con una nueva ley del sector debe estar sustentada -para el caso específico del que comentamos- en una política de Estado.
Debemos tener una Ley de Electricidad complementaria a la nueva Constitución y a la nueva Ley de Hidrocarburos. El marco regulatorio es importante para la nueva visión de país exportador de valor agregado que puede ser Bolivia en el período 2015-2020.
En el afán de ir incentivando la investigación y el desarrollo de nuevos productos, Bolivia puede ponerse a la vanguardia con una nueva Ley de Biocombustibles, que de igual forma sea complementaria a la “ley madre” que sería la nueva Ley de Hidrocarburos y Energía, basada en una nueva Carta Constitucional.
Evidentemente toda esta arquitectura legal debe ir acompañada de un proceso técnico serio y coherente. Elevar la producción de 40 Mmm3d a 80 Mmm3d mínimamente de gas, de 50.000 Bbl a 100.000 Bbl, mejorar las condiciones de refino, de transporte, reducir la importación de diésel y evitar “huecos” financieros por subvenciones a combustibles.
En lo macro: urge acelerar alianzas de riesgo compartido con compañías que quieran nuevos bloques exploratorios para certificación de nuevos reservorios. Tomará tiempo, pero se reencauzará al país a la senda de la que nunca debió haber salido: centro energético continental.
Entre tanto se buscarán mercados, se fortalecerán los actuales contratos y se buscarán fórmulas de negocios de industrialización a escala de gas pensando en mercados de ultramar.
Hay que evaluar nuestra capacidad de reservas, nuestros volúmenes de exportación, y de posibilidad de industrialización.
Siempre hemos insistido -desde esta columna- que un proceso serio de industrialización de gas a escala no será posible sin alianzas con multinacionales que corran riesgos conjuntos con el Estado boliviano, que garanticen mercados, que traigan tecnología y dinero y que -en sociedad- nos permitan ser suplidores continentales de combustibles, de electricidad, de plásticos, de gas y de otro valor agregado.
En 2008 -pese a todos los problemas que el país tiene- la venta de gas representó un valor de USD 3.132 millones, el 65% del total de las exportaciones del país. Con un precio interno de entre $us 45 y 50 del barril de petróleo, cifra que a 2009 resultará reducida, pero el barril de petróleo está trepando nuevamente haciendo atractivos nuevos negocios en infraestructura energética. En Bolivia ya tuvimos la capacidad de -pese a la adversidad- traer inversiones cercanas a los USD 1500 millones a fines de los noventa, frente a los USD 290 millones de éste año.
La vocación boliviana es la energía y los hidrocarburos. La oferta electoral debe estar orientada a ello.

Boris Gómez Úzqueda es máster en Administración de Empresas, consultor del sector privado. Es director de una compañía de servicios en energía e hidrocarburos.

1 comentario:

Assán Gilgamesh dijo...

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